Varios factores han sido analizados para determinar su incidencia en la calidad de los aprendizajes de los estudiantes, pero pocas veces se ha estudiado la importancia de las horas de comienzo de la escuela para conseguir mejores resultados educativos.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido), Harvard Medical School y la Universidad de Nevada (EE.UU.) indica que si se planifica los horarios de ingresos a las escuelas por edades mejorarían los aprendizajes y la salud de los alumnos
Esto así, establecen los investigadores, su estudio ha encontrado que las horas de comienzo de la escuela y la universidad actuales están dañando el aprendizaje y la salud de los estudiantes.
Basándose en las investigaciones de los últimos 30 años sobre el sueño, los autores concluyen que las horas de comienzo deben ser las 08:30 o más a los 10 años; 10:00 o más a los 16; y 11:00+ a los 18. Esto, consideran, protegería a los estudiantes de la privación crónica del sueño, que está vinculada a problemas de aprendizaje y de salud.
Estas conclusiones, informa AlphaGalileo, de la que se hace eco la revista Tendencias 21.net, surgen de una comprensión más profunda de los ritmos circadianos, más conocidos como el reloj del cuerpo, y los genes asociados con la regulación de este ciclo diario cada 24 horas.
Explican que la disparidad entre los ritmos circadianos inherentes y la jornada de trabajo típica se produce en la adolescencia. Aclaran que los ritmos circadianos determinan nuestras horas óptimas de trabajo y concentración, y en la adolescencia éstas cambian a casi 3 horas más tarde.
Por tanto, si los ritmos circadianos de los adolescentes se retrasan 3 horas sobre el del resto de personas, se justificaría que se retrasara también el horario de la escuela
En ese mismo sentido se pronunció, recientemente, la Academia de Pediatría de los Estados Unidos que hizo recomendaciones para que se mejore el sueño y el rendimiento escolar de los adolescentes.
La Academia se basó en investigaciones que demuestran que los adolescentes duermen menos de las 9 horas diarias que necesitan para estar bien despiertos y aprender durante el día.
Al declive en el rendimiento escolar como resultados de dormir menos, la academia le atribuye problemas como obesidad, diabetes y trastornos de conducta.