Carta Abierta al Presidente Danilo Medina. Señor Presidente:
Recientemente, el Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, Dr. Iván Grullón, dio a conocer mediante la Circular No.2015-54, el incremento de la matrícula en 16,053 nuevos estudiantes en éste segundo semestre, es decir un crecimiento de 9.3%, respecto al primer semestre del presente año. En tanto, se tiene información de una asignación presupuestaria para el 2016 similar a la actual.
En la misma Circular se hace constar la presencia de la Universidad en diecinueve campus universitarios diseminados por toda la geografía nacional, con incrementos inusitados en su matrícula en algunos Recintos y Centros Regionales, tales como La Romana con un 34%, San Pedro de Macorís con 54%, Hato Mayor con 21%, Puerto Plata y San Cristóbal con un 25%, respectivamente, y en Provincias tan lejanas como Samaná con un 28%.
En ese orden, es de esperarse que con el aumento de la cantidad de jóvenes graduados de bachiller, los altos niveles de cobertura escolar en nuestro país, la reconstrucción y construcción de nuevas escuelas, la ampliación de escuelas con tandas extendidas, y la continuidad de los programas de asistencias focalizados en familias que envían sus niños a las escuelas públicas, se mantenga el incremento de la matrícula en la Universidad, debido a que absorbe el 50% del estudiantado de grado.
Ante esa panorámica, y con una política de puertas abiertas, la UASD se esfuerza en mantenerse prestando servicios a miles de jóvenes bachilleres que acuden a recibir docencia, en una de sus 105 carreras que se ofertan de manera regular en casi todos sus campus.
Sin embargo, el panorama se torna desolador dado el reto que representa para la Universidad estatal hacerle frente a las múltiples necesidades que se derivan de prestar servicios docentes a una superpoblación estudiantil, además de cumplir la misión de investigación y extensión.
Así, ante las deficiencias del sistema educativo dominicano, la UASD tiene que destinar gran parte de su presupuesto en preparar a miles de bachilleres en un Ciclo Básico, en materias básicas que se imparten en el bachillerato, lo que da lugar a un cuello de botella, que limita el avance de los estudiantes a los ciclos de materias de sus respectivas carreras, y a su vez, impide descongestionar los espacios físicos que están destinados a la docencia del Ciclo inicial. Tal es el caso del Centro Universitario San Juan de la Maguana, en donde el 44.5% del estudiantado está cursando el Ciclo Básico, en un proceso que a todas luces dilata la formación profesional y a la vez limita los recursos de la propia Universidad.
Y, ni que decir de miles de jóvenes que se han quedado sin ingresar a la Universidad, inclusive luego de ser evaluados, como es mismo caso del Centro San Juan en donde se han quedado 400 jóvenes bachilleres sin poder inscribirse en la Academia.
Luego de todo esto, como entender que sea el propio Estado dominicano que esté ahogando a la Universidad estatal, por la restricción presupuestaria que le impone el Gobierno Central para que no pueda cumplir eficientemente con su misión docente.
Pudiera interpretarse que se están dando los pasos en la implementación de un nuevo modelo de educación superior sustentado en el financiamiento de la demanda, propuesto en ciertos estudios de organismos e instituciones internacionales, en donde se sugiere asignar el presupuesto a los propios estudiantes, ya sea mediante becas a estudiantes aventajados o subsidios directos a las universidades privadas, y no a la oferta y prestación de servicios académicos de la Universidad del Estado dominicano.
En ese orden, es mi opinión, cabría aplicarle la misma receta a todo el sector público dominicano, dado los magros resultados obtenidos en todos y cada uno de los renglones sociales en que el Gobierno dominicano presta servicios o trata de cumplir su función de regulador.
Así, por el alto nivel delincuencial y de inseguridad ciudadana, entonces habría que entregarle a cada dominicano/a los recursos presupuestarios para que cada uno de nosotros contratemos alguna de las compañías privadas de seguridad. De igual modo, habría que entregarle a cada individuo los recursos para que se provea de salud en las clínicas privadas. Y ni que decir de la seguridad social y el sistema de seguro de salud, ejemplo de dualidad por la doble cotización a que obliga un sistema ineficiente en su prestación de servicios.
Habría que eliminar de golpe y porrazo el Ministerio de Medio Ambiente, por la inoperancia e inefectividad del órgano rector que regula éste importante sector. Y qué decir, del fallido sistema eléctrico dominicano, o el fracasado sistema de regulación y ordenamiento del tráfico vial.
Y así, de aplicarse la receta de minimizar el Estado dominicano, ante una retahíla de casos de entidades gubernamentales ineficientes e inoperantes, tendrían que desaparecer todas las instituciones del sector público, quedando el puesto de Presidente, como una especie de figura monárquica del siglo XXI, al estilo de los países europeos, en donde todavía existen reyes y príncipes decorativos, a los cuales se les rinde pleitesía, pero son infuncionales al no ejercer la administración pública, por no tener nada que dirigir o gestionar.
No es cierto, señor Presidente, lo del “barril sin fondos”, tal y como alegara en un pasado reciente un funcionario del Partido de Gobierno en el poder, que desde su óptica clasista y elitista entiende que el Estado dominicano, el patrimonio público, no es para todos los habitantes de éste país, sino para las enjundiosas familias por mandato divino, tal y como uno de sus miembros alegara en el caso de la compra, a precios de vaca muerta, de la televisora Antena Latina: “Que por siempre y para siempre la emisora sería de su propiedad” (periódico digital 7 Días.Com.do, 27-08-2013).
Estime usted, señor Presidente, que el costo trimestral promedio para un estudiante, en una universidad privada de élite, es de unos $40,000 pesos por créditos y $9,000 pesos de inscripción, es decir unos $196,000 pesos anuales. Bajo esta premisa se tendría que, para financiar la demanda de 188,579 estudiantes de la UASD, se necesitaría, $36,960 millones de pesos de presupuesto, cuando apenas se recibe un 18.4% del monto calculado como referencia, en un ejercicio de precios de referencia de mercados (o en términos gerenciales: en un ejercicio teórico de benchmarking, si se quiere).
Por otro lado, el mismo Estado dominicano se convierte en un ente generador y promotor de diferencias sociales, pues al financiar a los estudiantes de las escuelas y colegios más aventajados en términos de su formación escolar (los llamados “superestrellas” a sugerencia del Center for International Development de Harvard University en su Informe Working Papers para RD) para que asistan a universidades privadas, dejan a la gran mayoría de los bachilleres como alternativa la Universidad estatal, afectándose la calidad docente por el incremento significativo de la matrícula y el uso intensivo y hasta abusivo de las instalaciones físicas de los campus universitarios: laboratorios, bibliotecas, aulas, y los escasos equipos tecnológicos para la docencia, en una especie de cadena de transmisión de las ineficacias del sistema educativo.
Así las cosas, se somete la institución a la rigurosidad de la restricción presupuestaria, y se deja a la vorágine mediática la imagen de la UASD, en pos de justificar la privatización de la educación superior, convirtiendo al Gobierno en verdugo silente de una de sus propias entidades.
Queda pues, de su parte, reflexionar sobre ésta realidad, y de la nuestra, comprometernos a seguir trabajando, con más ahínco y eficiencia, con mayor compromiso y dedicación, siempre esperando lo que no se ve llegar: un mejor presupuesto para la UASD.
Bernardo Hirán Sánchez Melo, Ph.D