Por Karina Toledo
Agência FAPESP – En un artículo publicado en la revista Chest, científicos brasileños demostraron que la práctica de seis ejercicios fonoaudiológicos sencillos, bajo la orientación de un especialista, es capaz de disminuir la frecuencia y la intensidad de los ronquidos al dormir, aparte de mitigar cuadros de apnea ligera y moderada y evitar la progresión de esta enfermedad.
Este trabajo se desarrolló en el Laboratorio del Sueño del Instituto del Corazón de la Universidad de São Paulo (Incor-USP), con el apoyo de la FAPESP y la coordinación del neumólogo Geraldo Lorenzi Filho.
“Pese a que representan una importante molestia y pueden incluso causar un cierto estigma social, los ronquidos eran objeto de escasa atención en el área médica, excepto cuando se asocian a casos graves de apnea obstructiva del sueño. Ni siquiera existía una forma objetiva de medir la intensidad del ronquido en los exámenes destinados al diagnóstico de la apnea”, dijo Lorenzi Filho en entrevista con Agência FAPESP.
Según el médico, los ronquidos son causados por la vibración de los tejidos de la faringe cuando pasa el aire por esa parte del cuerpo, y se ven favorecidos por el relajamiento natural de esa musculatura durante el sueño. Las características anatómicas de ciertos individuos pueden generar una predisposición a padecer este problema, que tiende a empeorar con el aumento de la edad (debido al incremento de la flacidez en la musculatura de la garganta) y del peso (a causa de la acumulación de grasa en la zona, lo que cual torna aún más difícil el paso del aire).
“Estimamos que la vibración de los tejidos de la faringe con el correr de los años también contribuye al aumento de la flacidez de la musculatura y, por consiguiente, al agravamiento de los ronquidos. Es decir, una persona que no tiene apnea puede terminar desarrollando esta enfermedad si no hace nada por combatir los ronquidos. Estos ejercicios podrían posiblemente constituirse en una forma de prevención”, afirmó Lorenzi Filho.
La apnea obstructiva del sueño, considerada un importante factor de riesgo de enfermedades cardíacas, se caracteriza por la obstrucción parcial o total recurrente de las vías aéreas durante la noche, que causa la detención de la respiración durante al menos diez segundos en los adultos. Se estima que los ronquidos están presentes en un porcentaje que oscila entre el 70% y el 95% de los casos.
“La apnea se diagnostica mediante el examen de polisomnografía [con el cual se analiza el patrón de sueño-vigilia mediante el empleo de sensores posicionados sobre la superficie del cuerpo], pero los ronquidos no se miden y ni siquiera se tienen en cuenta en el diagnóstico”, dijo Lorenzi Filho.
En colaboración con el investigador Adriano Alencar, del Instituto de Física de la USP, el grupo del Incor estandarizó un método destinado a medir el ruido total ocasionado por los ronquidos en el transcurso de la noche, que permitió evaluar objetivamente la eficacia de los ejercicios.
El aparato de registro continuo de los ronquidos graba los sonidos en concomitancia con la polisomnografía y, por medio de un software, analiza y registra la intensidad y la frecuencia de los mismos (su cantidad por noche).
Ensayo randomizado
En el estudio se incluyeron 39 pacientes de ambos sexos con quejas de ronquidos sin apnea asociada o con apnea leve y moderada. Las edades variaron entre 20 y 65 años. Mientras que 19 voluntarios practicaron el protocolo de ejercicios creado en el Incor, otros 20 practicaron únicamente ejercicios respiratorios inespecíficos, es decir, que no tenían como blanco la musculatura de la zona donde se produce el ronquido.
Las evaluaciones realizadas al cabo de tres meses de tratamiento revelaron que el grupo sometido al protocolo del Incor presentó una discreta disminución en la circunferencia del cuello, asociada a una caída del 36% en la cantidad de episodios de ronquidos a lo largo de la noche y del 60% en el ruido total producido. En tanto, en el grupo de control, los resultados fueron iguales a los de la evaluación realizada antes del tratamiento.
“Los ejercicios puestos a prueba durante el estudio integran los procedimientos de una especialidad de la fonoaudiología conocida como motricidad orofacial”, explicó Vanessa Ieto, miembro del equipo del Laboratorio del Sueño y primera autora del artículo.
En un trabajo publicado en 2009 y realizado durante el doctorado de Kátia Guimarães, el grupo ya había demostrado que un conjunto de 13 ejercicios destinados a estimular la motricidad orofacial era capaz de disminuir la gravedad de la apnea del sueño. La disminución de los ronquidos en ese primer estudio se midió únicamente de manera subjetiva, a través de cuestionarios.
“En este estudio más reciente, y apuntando a lograr una mayor adhesión al tratamiento, simplificamos la técnica y seleccionamos los seis ejercicios que movilizan más la musculatura de la zona donde se produce el ronquido: el velo del paladar [el final del paladar], la úvula o galillo y el fondo de la lengua. Medimos de manera objetiva la disminución del ronquido y también aplicamos cuestionarios”, dijo Ieto.
Aunque los ejercicios sean de fácil ejecución y no tengan contraindicaciones, Ieto hace hincapié en que debe prescribirlos y supervisarlos un especialista en motricidad orofacial.
“Se efectúa una evaluación previa y se prescribe un primer tratamiento. A medida que el paciente va evolucionando, aumentamos la cantidad de series y el nivel de dificultad. De ejecutárselos de manera incorrecta, los ejercicios no darán resultado”, dijo.
Antes de empezar el tratamiento, subrayó la investigadora, es necesario efectuar una evaluación, que estará a cargo de un especialista en Medicina del Sueño, para saber existe un cuadro de apnea asociado al ronquido y, de existir, saber cuál es la gravedad de la enfermedad.
“En el caso de la apnea grave, el tratamiento es otro. Antes que nada, es necesario efectuar un diagnóstico”, dijo Ieto.
Estimaciones del Incor indican que el 54% de la población adulta sufre a causa de ronquidos, con una mayor prevalencia entre obesos, ancianos y mujeres en la posmenopausia. Aparte de la práctica de los ejercicios de motricidad orofacial, Lorenzi Filho afirma que otras formas de combatir los ronquidos son el control de peso, evitar el consumo de alcohol y sedantes antes de dormir (lo que contribuye al relajamiento de la musculatura de la garganta) y evitar dormir boca arriba, ya que en esa posición la lengua tiende a obstruir la faringe.
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