Al cerrar "Mujeres, Huella, Mirada y Resistencia”, excelente obra de Virtudes Álvarez, redescubro a todas: desde Anacaona, Saltitopa y Rosa Duarte, hasta Baltasara, Ercilia y Carmen Natalia. ¿Y María Antonia, alabao-sea-Dios? ¿Y Lola, que murió a las tres de la tarde? ¿Y La Zarzamora, que llora que llora por los rincones? ¿Y María Belén Chacón, que rompe corazones? ¿Y Josefa Matía y sus flores y canarios? ¿Y Marión, que dejó a José Lacay en el muelle? ¿Y Jovinita, la de Guandulito? ¿Y Linda, que no le escribe a nadie? Imposible dejarlas en el olvido. Porque sin ellas el mundo sería un lugar demasiado aburrido. (Las espero en la segunda edición).
Ramón ColomboSoy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.