“Con el fin de ser verdaderamente la voz de los sin voz, el papa Francisco debe aprovechar el privilegio de poder estar en la ONU para hablar en nombre del Dalai Lama y el pueblo tibetano, cuyas voces son silenciadas sistemáticamente por la poderosa dictadura china”, exhortó Javier El Hage, director legal de la organización de derechos humanos Human Rights Foundation.
Por Thalif Deen
NACIONES UNIDAS, 22 sep 2015 (IPS) – Cuando Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con el Vaticano en enero de 1984, un telepredicador preguntó, un tanto sarcásticamente: ¿cuándo enviará la Meca su embajador a Washington?
“Es un hecho curioso de la historia que el imperio más joven del mundo, Estados Unidos, estableció relaciones diplomáticas con el más antiguo, la Santa Sede, recién hace poco más de 30 años con (el gobierno de) Ronald Reagan (1981-1989)”, considerado un defensor de la separación entre la iglesia y el Estado, comentó la revista estadounidense Time.
En los 70 años de existencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sucesivos papas, que representan a más de 1.000 millones de católicos, tuvieron el privilegio de dirigirse a la Asamblea General, integrada por las delegaciones de los 193 Estados miembros del foro mundial.
El papa Pablo VI lo hizo en 1965, Juan Pablo II en 1979 y 1995, Benedicto XVI en 2008, y el cuarto será Francisco, – el primer pontífice latinoamericano – que el viernes 25 dará un discurso ante el mayor órgano interno de la ONU.
Pero ese privilegio no se le ha ofrecido a otros líderes religiosos, como a budistas, hindúes o musulmanes, salvo para que participen en foros de alto nivel.
Puesto que el Islam no es una religión institucionalizada, no tiene el equivalente de un pontífice o el Vaticano, aunque hay más de 1.600 millones de musulmanes en el mundo, una cifra superior a la de la grey católica.
El Vaticano no es un Estado miembro de la ONU, sino que tiene el estatus de “Estado observador no miembro”, como Palestina.
IPS le preguntó al portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, si hubo algún otro líder religioso que hablara ante la ONU. “Es posible, si el líder religioso fuera jefe de Estado”, respondió.
No obstante, es “difícil saberlo”, añadió.
En julio de 1974, el arzobispo Makarios, el primer presidente de Chipre, se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU, después de que fuera destituido tras la invasión de su país por parte de Grecia.
Sin embargo, el Dalai Lama, el líder espiritual de los budistas tibetanos, sigue excluido de la ONU y prácticamente declarado persona no grata, principalmente por razones políticas.
La zona de Tíbet está actualmente bajo dominio chino, pero existen grupos disidentes que quieren independizarse de China.
Pero China, miembro permanente con derecho a veto del Consejo de Seguridad, tiene una postura intransigente hacia los disidentes tibetanos y, específicamente, con el Dalai Lama, a pesar de que el líder religioso aceptaría que Tíbet fuera una auténtica región autónoma dentro del territorio chino.
Como varios Estados miembros pretenden evitar que los disidentes y separatistas ingresen a la ONU, la batalla ocasionalmente se ha desplazado al foro mundial.
Cuando el Dalai Lama fue invitado a hablar en una reunión religiosa a finales de 1990, el embajador chino registró su protesta ante el secretario general, lo que garantizó que el líder tibetano no participara de reuniones dentro del edificio de la ONU en Nueva York.
Un episodio similar ya había ocurrido en 1993, cuando se le prohibió al Dalai Lama participar de la conferencia de la ONU sobre derechos humanos, celebrada en Viena.
“Recuerdo muy bien cuando la Asociación de Corresponsales de la ONU (UNCA) en mayo de 1993 invitó al disidente chino Shen Tong… y la seguridad (del foro mundial), por orden del (entonces secretario general Boutros) Boutros-Ghali, impidió su paso por la entrada de los visitantes, donde yo estaba para darle la bienvenida”, aseguró Joe Lauria, corresponsal del diario The Wall Street Journal, en diálogo con IPS.
“Al final lo ingresé al edificio y lo llevé hasta la puerta de la UNCA, donde los guardias de seguridad no lo dejaron pasar. Así que lo llevamos de nuevo a la calle donde se celebró la conferencia de prensa frente a la puerta”, explicó.
Otro corresponsal ante la ONU afirmó a IPS que una delegación de tibetanos participó de una reunión en el foro mundial hace mucho tiempo.
“Eran ciudadanos canadienses y llegaron vistiendo ropas occidentales. Una vez adentro, se pusieron su vestimenta tradicional. Los chinos estaban furiosos, pero no había motivos para echar a los canadienses”, observó.
Otro excorresponsal ante la ONU dijo a IPS que al Dalai Lama nunca se le permitió hablar en el organismo mundial, gracias a China.
“Lo descubrí hace años, cuando hubo una conferencia de líderes religiosos de todo el mundo”, señaló. El Dalai Lama tuvo que “cancelar” un compromiso en la Catedral de San Juan el Divino en Nueva York, recordó.
“Cuando les pregunté a los funcionarios de la catedral por qué permitían la jurisdicción extraterritorial de la ONU, dijeron sin convicción que el Dalai Lama tenía otros compromisos… Siempre lo dudé, pero los budistas no son de gritar”, comentó.
“Con el fin de ser verdaderamente la voz de los sin voz, el papa Francisco debe aprovechar el privilegio de poder estar en la ONU para hablar en nombre del Dalai Lama y el pueblo tibetano, cuyas voces son silenciadas sistemáticamente por la poderosa dictadura china”, exhortó Javier El Hage, director legal de la organización de derechos humanos Human Rights Foundation.
“Lamentablemente, hay pocas esperanzas de que el máximo representante del catolicismo vaya a hacerlo, ya que el año pasado se negó a reunirse con el Dalai Lama en Roma precisamente para no molestar a los gobernantes de China”, sostuvo.
El papa Francisco debe tomar en cuenta que el enorme capital moral de un líder religioso puede perderse si no aprovecha la oportunidad para estar verdaderamente con los pobres y los oprimidos, y en su lugar opta por sacarse fotografías amables con líderes autoritarios, y darles legitimidad, agregó El Hage.
Traducido por Álvaro Queiruga.