Es lo que refleja el discurso pronunciado ante la Septuagésima Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el presidente Danilo Medina Sánchez:
“América Latina es, a continuación de Asia, la región donde mayor población se incorporará a la clase media, con más de 130 millones de personas alcanzándola antes de 2030, según la OCDE.
Sin embargo, junto al África Subsahariana, es también el área mas desigual del mundo… el 10% más rico de los latinoamericanos capta el 32% de los ingresos y el 40% más pobre solo alcanza el 15%.
“Las empresas globalizadas conectadas al comercio internacional aportan el 67% del PIB, pero solo el 20% de los empleos; las pymes aportan un 22.5% del PIB y el 30% del empleo, mientras las microempresas y economía informal que solo aporta el 10.5% de la riqueza, generan el 50% de los empleos.
“Es decir, estamos avanzando decididamente en la lucha contra la pobreza, pero ésta sigue siendo demasiado grande, y se ve agravada por la desigualdad”.
La semana anterior, algunos se mofaban de los datos ofrecidos por el Ministro de Economía Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montás, que daban cuenta de una ampliación de la franja de clase media que superaba a la de la pobreza.
Desde octubre 2012 a marzo 2015 la franja de pobreza de redujo a 788,921 personas (25.9%) mientras la clase media se elevó a 917,994 (28.9).
Evidencias las hay más que suficientes de que en la misma Republica Dominicana con su cúmulo de desigualdades hay un mayor nivel de confort, y en otro escenario de su viaje a la ONU, el presidente Medina ofreció estos datos:
“Para que se tenga una idea aproximada de lo que ha sido la transformación de la República Dominicana, el parque de vehículos, incluyendo las motocicletas, era apenas de 77 mil unidades en 1996, y hoy en día asciende a 3.4 millones; y el Producto Interno Bruto pasó de 17,700 millones de dólares a 68 mil millones de dólares”.
¿Por qué ese nivel de crecimiento no se refleja en mejor calidad de vida de toda la población?
Por varios factores entre los que están el alto componente de informalidad que genera la mayoría de los empleos, que son de baja calidad, y el impacto de la pobreza haitiana en la dominicana.
Un país en el que el 57% de la actividad económica sea informal, tiene buena parte de su población ocupada sin el disfrute del salario social, lo que se hace más crítico porque la mano de obra sin cualificación y hasta la cualificada es desplazada por una ejército de mano de obra ilegal que precariza las condiciones laborales.
Lo mejor del discurso de Medina es que no es una proclama de victoria, resalta los logros, pero como resultados de batallas de una guerra inconclusa, que es la guerra contra la desigualdad, en la que encuentran origen muchos de los retos “que enfrentamos a escala mundial, entre los que se encuentran también la violencia y la inseguridad, que azotan especialmente a Latinoamérica y el Caribe
“Los efectos de la violencia sobre bienes y personas le cuestan a la región un 14,2% de su PIB…la desigualdad es el caldo de cultivo que aprovecha el crimen transnacional y el narcotráfico para reclutar jóvenes, a edad cada vez más temprana y robarle su oportunidad de futuro…
“Es necesario un cambio de orientación, nuevos consensos internacionales, más actualizados y realistas…”