Se podría asegurar que en cada lugar que al Papa le tocó hablar en territorio de Estados Unidos puso el dedo sobre la llaga.
En los distintos escenarios en que le tocó dirigirse a la concurrencia, tanto en Washington como en Nueva York o Filadelfia, Francisco abordó durante seis días temas controversiales y que se mantienen en altos niveles de discusión pública, como eso de denunciar las medidas de “abuso” que imponen entidades financieras en el mundo.
El norteamericano promedio tiene conocimiento que en su país hay la discusión de nunca acabar en cuanto a la aplicación de la pena de muerte, el matrimonio gay (reconocido oficialmente en distintos estados de los EEUU y tema de amplísima discusión); los tranques que se suscitan con el tema de la inmigración, la abolición de las armas nucleares; el auge del narcotráfico, abuso sexual infantil (del que dijo “ya no puede mantenerse en secreto”), conservación del medio ambiente…
El tema de la integridad familiar (la que dijo “está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior”), concitó especial atención del pontífice en todos los escenarios en que le tocó hablar.
En prácticamente todos sus discursos y homilías en EEUU, el Papa no desperdició oportunidad para referirse a esos temas, en la mayoría de los casos en tono muy crítico, pero sin dejar de lado la elegancia diplomática que impone en sus exposiciones.
En el poderoso Congreso de Estados Unidos, donde hay legisladores que tienen a personas del mismo sexo como pareja sentimental, Francisco tronó a favor de una mayor integración familiar, por el respeto a los valores en la familia.
Allí también abogó por el cese de las armas nucleares, la conservación del medio ambiente, respeto para los inmigrantes, temas considerados súper sensibles para millones de norteamericanos.
Tal y como refiere Carlos Chirinos, editor de BBC Mundo, las palabras de Francisco ante el Congreso en EEUU “fueron suaves, pero con elegantes referencias a puntos álgidos y polémicos de la agenda política estadounidense: desde el rechazo a la pena de muerte, la necesidad de una reforma migratoria y la conservación del medio ambiente”.
En la sede de la ONU, Francisco se pronunció a favor de la “total abolición” de las armas nucleares, porque supone una contradicción “a la propia construcción de las Naciones Unidas, un organismo de entendimiento y paz que no debe estar influido por la amenaza que supone el armamento nuclear”.
El Papa Francisco habló con consumada propiedad en cada lugar que visitó y le dieron la palabra.
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