Quizá no sea el 74 a 24 que revela José Ramón Peralta, pero lo cierto es que conforme diferentes mediciones la distancia que separa al presidente-candidato Danilo Medina del abanderado de oposición Luis Abinader, es muy considerable y de difícil variación.
Si bien las expectativas electorales del Partido Revolucionario Moderno no pueden calificarse aun de catastróficas, por lo menos lucen ominosas, por cuanto su crecimiento aparece represado meses después de ser proclamado.
Es más, estudios que maneja el Partido de la Liberación Dominicana, mandados a realizar sin ánimo propagandístico sino para estrategias, proyectan al candidato Abinader con un mínimo de 24 y un máximo de 32 por ciento, esto último en un caso muy auspicioso.
Y si hablamos en términos congresuales, las proyecciones son de entre 31 y 36 diputados sobre una matrícula de casi 190, que incluyen los inventos de diputados nacionales y de ultramar, dos figuras sin ningún sentido práctico.
El ministro Peralta no lo reveló, pero lo que vaticinan los números es que el PRM tendría muy pocas probabilidades de alcanzar alguna senaduría, y si pudiera sería pactando en alguna demarcación con el Partido Reformista Social Cristiano, eventualidad que, por cierto, no se descarta en un proceso que apunta a muchos cruces extraños y combinaciones estrambóticas.
¿Dónde radica el problema del PRM? Esa formación política nació con problemas, lo mismo que su candidatura. Entre vaivenes, dificultades para estructurarse y una guerrita que quema como fuego en basura, su despegue ha sido lento y pesado.
La candidatura de Abinader nació famélica. Hija de unas primarias con menos de 200 mil participantes, es difícil montarse en un proceso ganador, sobre todo frente a un candidato como Danilo y un partido con cinco victorias en su alforja.
En el medio de tantos trastornos surgen voces que piden a Luis declinar en Hipólito Mejía partiendo del criterio de que tiene mayor "pegada" que Abinader frente a Danilo Medina, aun cuando ya perdió del Presidente.
Si bien la petición la hace un grupo de escasa representación, el solo hecho de que se presente públicamente es una evidencia de que las cosas no andan bien. Sumado esto a la denuncia reciente de Héctor Guzmán, es suficiente como para adelantar la posibilidad real de que los números de Peralta no anden muy lejos.