Al concluir “La Era de Trujillo”, de Jesús de Galíndez (lectura pendiente desde hace muchos años), el memorial crítico detallado de aquella tragedia, volvieron las preguntas ineludibles: ¿Cómo es que aquel hombre sigue vivo en la funcionalidad del Estado (desapariciones, sangre y persecuciones aparte)? ¿Cómo es posible, 54 años después, que toda decisión de gobierno provenga de un sólo individuo (poderes, leyes e instituciones aparte)? ¿Cómo es posible que el Estado opere en función de complacer el ego y la imagen de un hombre (clases, partidos y desarrollo social aparte)?… ¿Cuándo será que enterraremos a Trujillo?
Ramón ColomboSoy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.