Columnistas

Juan Bosch olvidado

Entre los tantos valores que adornan la actuación ciudadana y el dilatado quehacer partidario del ilustre vegano, profesor Juan Bosch y Gaviño, fundador de las dos organizaciones políticas de mayor trascendencia en la República Dominicana, resaltan la rectitud, la transparencia, la honradez y su incuestionable respecto a la patria amada.

De esa realidad sobran los ejemplos, tanto en su retorica de hombre público como en numerosos registros plasmados en los anales históricos contemporáneos, como invitación perenne a la emulación por quienes han de asumir el ejercicio de la política con el edificante propósito de aportar positivamente al desarrollo de la sociedad dominicana.

De su honradez y transparencia bastaría tomar en cuenta la manera como se manejo el laureado autor de la Composición Social Dominicana en las primeras semanas de su efímero gobierno cuando en procura de dar paso a un valioso y necesario programa de Reforma Agraria solicitó la contribución económica de los diversos representantes de las fuerzas vivas de la nación para la adquisición de los terrenos necesarios.

El manejo de aquellos fondos se realizó con una diafanidad sin precedentes.
Como muestra irrefutable de lo expresado vale tener de referencia algunas de las alocuciones radiofónicas y televisiva, auténticas cátedras de educación política, sociológica y económica, recopiladas en la obra: Discursos Políticos 1961-1966, Tomo I y II, en donde el singular Bosch y Gaviño, fue capaz de ocupar un considerable tiempo, durante múltiples ocasiones, para informar al pueblo dominicano que había recibido contribuciones de 50 centavos y de un peso de personas nobles y directivos de organizaciones identificadas con su interés de transformar las condiciones de vida en el campo dominicano.

De su rectitud e inquebrantable respeto a la institucionalidad y la democracia sería interesante evocar su comportamiento cuando discurrían los últimos tramos del proceso electoral que concluyó con su ascenso al solio presidencial.

Refiere el acucioso y locuaz líder político vegano, en su interesante obra Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana que al ser invitado a participar en un encuentro, junto a Viriato Fiallo, por iniciativa del entonces embajador norteamericano en el país, John Bartlon Martin, y su colega venezolano, Izaguirre, se negó refrenda compromisos pues al momento de la convocatoria su organización política, el Partido Revolucionario Dominicano –PRD-, no lo había nominado como candidato oficial para la presidencia de la República, por tanto, no podía asumir tal responsabilidad.

Recuerda el universal escritor y político dominicano que ante los cinco puntos que contemplaba el borrador presentado por el embajador Martin no tenía ninguna objeción pero que deseaba dejar establecido que el PRD los aceptaba “como un gesto de cortesía y amistad hacia los gobernantes representados allí por los dos Embajadores, porque con esos cinco puntos o sin ellos, si el PRD perdía las elecciones seguiría la única línea política que podía esperarse de un partido serio: oposición leal, sin ataque de mala ley al gobierno, como no los habíamos hecho ni a Balaguer ni al Consejo de Estado, sin conspiraciones porque nosotros no conspirábamos ni nos habíamos acercado nunca a ningún militar para abrirle las puertas de la función política”.

La Convención Nacional del PRD en 1962
Cuenta el entonces líder del perredeísmo que luego de aquel encuentro, se fijó el 19 de octubre como primer día la Convención Nacional del Partido Revolucionario Dominicano –PRD-, planificada como “un acontecimiento histórico”.

Sobre la valoración dada por Juan Bosch y Gaviño a la referida jornada interna se resalta un llamativo e impresionante testimonio en la página 131 de su aludida obra, donde queda de manifiesto la pluralidad, transparencia y organización que caracterizó el proceso.

“Afirmo con conocimiento de causa que una convención tan limpia y tan popular no se ha visto en ninguna democracia americana, ni aun en los Estados Unidos.

Afirmo también que esa fue la primera vez en su historia que el Pueblo dominicano tuvo en sus manos la ocasión de actuar por sí mismo para ejercer su propia autoridad en el campo de los derechos ciudadanos”, apunta de manera categórica el insigne autor de La Mañosa.

Tal si se tratara de una sentencia a dejar establecida para la postrimería, como prototipo a emular cuando se pretende respetar las normas partidarias democráticas, rememora el también fundador del Partido de la Liberación Dominicana –PLD- que los quinientos hombres y mujeres que participaron en la contienda interna del denominado partido blanco, fueron elegidos directamente por su copartidarios en todos los municipios y distritos municipales “sin más limitación que actuar cada uno como representante verdadero de sus electores”.

Como para no ser olvidado, al tiempo que resaltar el perfil psicosocial y la pluralidad de los convencionistas, el expresivo líder político criollo subraya la participación de abogados, comerciantes, médicos, dentistas, ingenieros, peones, campesinos, obreros, maestras, mujeres de su casa, sirvientas, estudiantes, de todas las edades, color y creencia religiosa.

En torno a su responsabilidad en la histórica jornada partidaria, Bosch y Gaviño resalta, tal si pretendiera dejar establecido un paradigma a imitar porque quienes en el quehacer político procuraran ser sus discípulos, que los hombres y mujeres aludidos “iban a redactar el programa de Gobierno del Partido, a elegir candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia de la República y a reformar los estatutos del Partido”.

Como es posible colegir, todo reflejaba ser una brillante manera de dejar establecido como modelo y para siempre que los partidos políticos dominicanos deben ser capaces de protagonizar un arbitraje diáfano y confiable en sus procesos internos como ejemplo de respeto a la auténtica democracia, algo que en la actualidad no luce de todo convincente.

Es una expresión viva, arraigada en el pensamiento y el accionar boschista de que, aun con la posibilidad de riesgos, “la democracia se aprende ejerciéndola” y que “nadie aprende en cabeza ajena”, como también suelen manifestar, con sobrada razón, algunos de nuestros laboriosos hombres del campo dominicano.

Elección de Bosch como Candidato a la Presidencia de la República
El profesor Juan Bosch y Gavino fue elegido como candidato presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano –PRD- en una Convención Nacional sin precedentes, medularmente democrática, donde cuatrocientos noventainueve personas votaron a su favor y una se expresó en contra.

En esa contienda interna se produjo la elección de Buenaventura Sánchez como candidato a la vicepresidencia de la República la cual, por considerarse viciada de origen no llenaría los requisitos de la Ley Electoral vigente.

Atendiendo a la anterior realidad y siempre respetuoso del valor de la Historia, el maestro político vegano hizo todo cuanto era necesario para celebración de una Convención Complementaria con la abierta participación de la militancia del llamado Partido del Jacho Prendio.

Con tal proceder también evitaría que la dirigencia de la Unión Cívica Nacional –UCN- materializara sus deseos de impugnar a los dos candidatos del PRD, basándose en los defectos de la escogencia del Vicepresidente, en un momento en que no fuese posible emendar, ante el organismo competente, el daño aludido.

Superada la situación emergió como candidato vicepresidencial del Partido Revolucionario Dominicano el joven médico, puertoplateño, Segundo Armando González Tamayo, quien junto a Bosch conformó el binomio triunfador en las elecciones generales celebradas en diciembre de 1962.

Como muestra de la significativa relevancia que el maestro vegano imprimía al arbitraje transparente y convincente que ha de caracterizar a los procesos internos que realizan los partidos al momento de elegir sus representativos en una contienda electoral bastaría prestar atención a lo que fue su proceder en aquel tramo histórico en que el solio presidencial se disputaba entre el PRD y la UCN.

“Inmediatamente después de la Convención Nacional -expresa Bosch y Gaviño- me retiré a un sitio donde ningún miembro del Partido pudiera encontrarme”.

Contrario a lo que hoy luce ser una norma ovacionada y legitimada en varias de las organizaciones partidarias vigentes, el distinguido cuentista y político criollo tuvo la certera valoración de que ejercer la democracia implica dejar al libre albedrio, en su escogencia, a los militantes que tienen la responsabilidad de construirla, sin miramientos de procedencia, formación académica, color de piel, nivel económico o creencia religiosa.

De esa manera lo expresó y con sus acciones lo ratificó.

Siendo así, y continuando con la descripción de algunos de los momentos vividos antes de someterse al escrutinio electoral que lo llevaría a representar la más alta investidura de la nación dominicana, el profesor Juan Bosch y Gaviño fue preciso al explicar el por qué no deseaba intervenir en la decisión que asumirían los participantes en la Convención Nacional perredeísta.

“Quería que las convenciones de provincias y municipios, encargadas de nominar candidatos provinciales y municipales, lo hicieran por sí mismas, bajo su responsabilidad, sin que tuvieran siquiera la oportunidad de consultarme”, destaca Juan Bosch en la pagina 132 su brillante obra Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana, dedicada “A José Francisco Pena Gómez, y en él a la juventud del pueblo, semilla de esperanza en la tierra dominicana”.

Transcurrido el tiempo, no hay dudas de que esta visión y practica de la política dominicana refleja ser parte del pasado sobre todo entre muchos de aquellos que se vanaglorian en autocalificarse como discípulos de un político recto, honrado, honesto, transparente y demócrata a carta cabal, para quien el cumplimiento irrestricto de la Ley es un imperativo y el gobierno constituía una casa de cristal.

Algunos aludirán en procura de justificar su comportamiento político-partidario a razones de la época y hasta no perderán tiempo en irresponsablemente exclamar: Basta de historia..!!

Cada quien que sea juez de su propias actuaciones y consciencia..!!
No obstante, como colofón de esta exposición bastaría tener en consideración, como material de reflexión, que no fue casual el hecho de que el profesor Juan Bosch y Gaviño, considerado maestro de maestros y autentica gloria de la política dominicana, recibiera, en las elecciones de 1962, el respaldo de seiscientos veintiocho mil votos y ganara en veintidós de las entonces veintisiete provincias del país.

Para decirlo en un lenguaje coloquial, no se trata de una chepa..!!

Santo Domingo Este, RD.-
Septiembre 30 del 2015.-

Juan Antonio Cruz Trifolio

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