“Donde no hay justicia es peligroso tener razón”. Quevedo
Dicen que los “jueces hablan por sentencia”.
En nuestro país algunos jueces, sobre todo los que dirigen el sistema judicial, hablan “hasta por los codos” porque entienden que su función no es administrar justicia, es hacer política.
La magistrada Mirian German Brito, presidente de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia, que no suele hablar nunca, lo hizo a través de una carta dirigida a su colega Fran Soto, miembro dirigente del Partido de la Liberación Dominicana.
La comunicación de Germán Brito no puede ser más elocuente sobre lo que está sucediendo en la justicia desde que el PLD decidió asumir su control escogiendo jueces por razones políticas, para tener bajo su dominio los llamados tres poderes del Estado, a saber, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
(El “Cuarto Poder”, La Prensa, también le pertenece tras la compra de periódicos, impresos y digitales, emisoras, canales de televisión, periodistas y comunicadores, invirtiendo en ellos miles de millones de pesos anualmente).
En las Altas Cortes del PLD apenas hay dos o tres magistrados sin militancia partidaria o vínculos con la cúpula de esa organización, que fueron seleccionados a regañadientes, para llenar requisitos y darle ciertos visos de independencia al Sistema.
Para un partido envilecido por la corrupción es imprescindible, dominar jueces y fiscales es vital para evitar que sus dirigentes y funcionarios gubernamentales terminen en la cárcel tras comprobarle sus fechorías depredando el Estado.
Mirian Germán Brito es abogada desde 1972, graduada con honores, que ingresa al tren judicial dos años más tarde, donde ha pasado “la mil y una”, justamente por no plegarse a los mandatos del poder político que suele colocarse por encima de la justicia y de la ley.
Esta mujer goza de un enorme prestigio en la sociedad fruto de todos sus años de ejercicio, escalando peldaños con muchos sacrificios por más de 40 años, en esa doble función de profesional y madre de cuatro hijos. Jamás ha sido involucrada en actos reñidos con la ética y la moral como abogada, ni como jueza. No negocia, ni vende sentencia. El legado a la sociedad y a sus hijos es su honestidad, actuar “de cara al sol” para no tener luego que avergonzarse y bajar la cabeza.
Una jueza o un juez con esos valores (que los hay en todo el país) en un Sistema Judicial maleado y corrompido, es un problema; una especie de “clavito en el zapato”, porque no recibe, ni acepta órdenes de “arriba”, porque no “coge corte” con presiones, extorsión o chantaje de políticos y funcionarios corruptos, como lo hacen otros.
La carta de Mirian Germán al señor Fran Soto, político investido de juez, a quién acusa de irrespetuoso, malcriado, prepotente, arrogante, dueño y señor porque está protegido por su partido, hoy en el gobierno, es una muestra de arrojo, gallardía y ratificación de sus principios éticos.
La magistrada demuestra, una vez más, que no le teme al poder, que no se aferra al cargo que ocupa. ¡Gracias por el ejemplo, magistrada!
Dicen que una golondrina no hace verano. Y es cierto. Pero no anuncia…