Se cumplen 60 años del comienzo de la guerra de Vietnam, luego de que abril había señalado el 40 aniversario de la caída de Saigón y con ello el consiguiente final de las hostilidades.
El desarrollo de los dos conflictos de Indochina pueden ser utilizados para ejemplificar una época: el derrumbe del colonialismo posterior a la Segunda Guerra Mundial se enlazó con la Guerra Fría y la contraposición ideológica derivó en una asimétrica conflagración televisada, que fue la bandera de un cambio generacional y de paradigma en Occidente.
Para Vietnam, además de la confirmación de un régimen, significó un acto de heroísmo colectivo que reivindicó el orgullo nacional. El incansable Viet Cong, siguiendo las enseñanzas de Sun Tzu, hostigó y resistió, mientras el apoyo del pueblo norteamericano decrecía y las protestas aumentaban.
El desenlace fue resumido por Henry Kissinger: “La guerrilla gana si no pierde. El ejército convencional pierde si no gana”.
En 1986, Hanói comienza la apertura mediante una economía de mercado socialista, permitiendo la propiedad privada y el comercio con el exterior, al mismo tiempo que, con una progresiva reducción de aranceles y liberalización de algunos sectores, se fomentó la inversión extranjera.
Hoy mantiene un constante crecimiento del PIB que ronda el 6% anual, lo que lo posiciona en un nivel medio del índice de desarrollo humano.
Nguyen Phu Trong, líder del Partido Comunista de Vietnam, había visitado a Obama en julio, 20 años después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, lo que facilitó que el 5 de octubre, Vietnam, junto a 10 países más, se uniera a Estados Unidos firmando el Tratado de Asociación Transpacífico, el mayor pacto comercial de todos los tiempos que, rebajando aranceles y armonizando normativas, puede suponer un impulso de la actividad económica mundial de 200.000 millones de dólares al año, beneficiando especialmente a las multinacionales norteamericanas y japonesas.
Es sorprendente que quien apoyó a los comunistas en aquel largo enfrentamiento y habiendo sido su modelo, sea en parte el motivo de alianza entre ambos Estados. El necesario contrapeso ante el dominio económico de China en la región está sobre cualquier herida histórica.
La paradójica cronología de la relación de Vietnam y Estados Unidos, hoy, con la conmemoración de aniversarios enteros, invita a indagar de nuevo sobre los resultados de esa cruenta guerra.
Más allá de la permanencia en el poder del Partido Comunista, parece que tanto en el combate como en la diplomacia, la principal herramienta de triunfo ha sido la paciencia.
En abril de 1975 el coronel estadounidense Harry G. Summers Jr declaró:” Saben que nunca nos derrotaron en el campo de batalla", a lo que el coronel norvietnamita Nguyen Don Tu contestó: "Tal vez sea cierto, pero es también irrelevante".
Las veleidades del destino se expresan con el predominio de lo indirecto en los efectos, lo que reflejaría que algunos aspectos cruciales de las motivaciones y consecuencias de aquella guerra ahora son igualmente irrelevantes.
Augusto Manzanal Ciancaglini
Politólogo