Quienes promueven que se construya un muro en la frontera domínico-haitiana para evitar el ingreso de ilegales a República Dominicana, y hasta están recolectando firmas para solicitarlo, han ingnorado que su iniciativa se produce en el peor de los momentos.
La avalancha de inmigrantes que recibe Europa de países árabe en estos días no llega por tierra, sino por los mares, y es incontenible, a decir de los reportes de prensa que llegan desde el viejo continente.
Ya, más cerca, sabemos -suponemos que lo saben los que ponen a la gente a firmar para pedir el muro- que entre República Dominicana y Puerto Rico no ha habido porqué o puede haber muro alguno-, y sin embargo, son miles los compatriotas que se han arriesgados a cruzar el mar para llegar hasta la vecina isla destrás del sueño americano.
Son dos ejemplos sencillos, de ahora, irrefutables, que nos llevan a afirmar que la campaña de recolección de firmas para pedir que se construya un muro en la frontera no es más que una tomadera de pelo, y que de acogerse, no sería otra cosa que poner al país a gastar miles de millones de pesos en algo que de nada nos serviría.
El día que tengamos el muro, si llegase a construirse, cómo resolveríamos los extremos marítimos que unen a ambos países en la isla la Española, por donde entonces comenzarían a ingresar los haitianos y de otros países impedido de hacerlo por tierra.
Pero el muro abriría la puerta a la industria de los túneles, como ocurre en la frontera entre Estados Unidos y México.
Si alguien tiene una solución a lo planteado aquí que la haga saber.
Mientras tanto, se debe insistir en que se haga efectiva la política migratoria que el Gobierno que el presidente Danilo Medina ha puesto en marcha, que a mi entender es el mejor muro que podemos establecer en esta época.
Para que eso se cumplan , debe contribuir el mismo Estado, no contratando inmigrantes ilegales para construir obras y dar servicios; al igual que el empresariado.
De hecho se hace necesario el empoderamiento del tema por parte del personal consular dominicano en Haití, que debe abandonar la práctica de hacer negocios, en especial con mujeres para que vengan a parir a hospitales dominicanos; y en especial, los militares y policías que vigilan la frontera, que hacen lo mismo para dejar pasar a ilegales a este lado de la isla.
Por demás, lo del muro no es más que una mera fanfarria de quienes creen que así acentúan su perfil nacionalista de cara a los comicios del 2016, y veremos que una vez transcurran las elecciones, ese tema se olvidará y probablemente Duquesa sea destino final de los papeles llenos de firmas de quienes ingenuamente se creyeron el cuento de que se puede dividir la isla.