Los cristianos dicen que “por la verdad murió Cristo”.
Lenin, el padre de la revolución Rusa, un “clásico del marxismo”, dijo que “la verdad es siempre revolucionaria”.
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat afirma que “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Durante más de 30 años he dicho que “todo el que llega podre al gobierno y sale rico es un ladrón”. Y mi palabra es el templo donde he vivido siempre.
El Estado no puede ser una fuente de enriquecimiento personal; el Estado debe ser un instrumento de enriquecimiento y desarrollo colectivo, es decir, de todos en igualdad de condiciones y de oportunidades.
De igual modo, la política se supone, es sacrificio, entrega, vocación de servicio, trabajo, honradez y lucha por el bienestar social, no personal. Sin embargo, el Partido de la Liberación Dominicana ha convertido la política en una escalera económica para sus dirigentes, ayer pobres, hoy millonarios, gracias a su paso por el Estado.
Lo que he dicho del ingeniero Félix Bautista lo ha dicho el 90% de los ciudadanos; el otro 10% lo piensa. En ese sentido, el secretario de organización del partido de gobierno, convertido en senador de su paupérrima provincia, para protegerlo con una jurisdicción privilegiada, debería someter al pueblo dominicano.
Dicen los reportes que ese señor muchas veces no tenía dinero para comprar el almuerzo en el comedor económico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que residía en una pensión que no siempre pudo pagar. Cuando llegó el PLD al poder en 1996 y fue nombrado como subdirector de la Oficina Supervisora de Obras del Estado (OISOE) juró tener como patrimonio 547 mil pesos. Luego su padre, Leonel Fernández, lo hizo director, pero con rango de Secretario de Estado. Su salario entonces era de 57 mil pesos mensuales.
No puede, ni podrá nunca, explicar el origen, ni la idoneidad de su fortuna al amparo del artículo 146 de la Constitución que invierte el fardo de la prueba.
Si alguien está interesado en saber cómo aumentó la fortuna del senador de San Juan de la Maguana, debe tomarse la molestia de leer el documento de 412 páginas realizado por el Departamento de Lucha contra la Corrupción o buscar el folleto de 80 páginas de Participación Ciudadana con “preguntas y respuestas sencillas para entender el expediente acusatorio presentado por el Ministerio Público ante la Suprema Corte de Justicia, y algunos antecedentes del imputado principal”. Es una joya. ¡Léanlo!
El show de la Suprema Corte de Justicia parece haber terminado. Tengo mis dudas sobre la seriedad de la acusación del Ministerio Público a partir de la afirmación de la magistrada Mirian Germán sobre la misma. De todos modos sirvió para demostrar los niveles de impunidad y corrupción en el país.
Todos sabíamos lo que sucedería. Todos sabíamos que “la tercera jueza” haría lo que hizo. Para eso la pusieron. Las “Altas Cortes” se crearon para la impunidad. Solo en un país, con un pueblo ignorante, pendejo y pobre, el presidente de la SCJ es el abogado y socio del entonces presidente Leonel Fernández.
La jueza de la Cuarta Sala Penal del Distrito Nacional, Awilda Reyes, que conoce la supuesta difamación e injuria cometida por mí en contra de Félix Bautista, estuvo esperando justamente que sucediera lo que sucedió en la SCJ. Con la sentencia a favor del senador,puede, más allá de los preceptos legales, darle aquiescencia a su demanda. Pero quedará evidenciada porque no hay forma de hacerlo que no sea burlando la Constitución y las leyes, algo que no me sorprendería porque es lo que vemos a diario.
Bautista y sus abogados quieren un acuerdo donde me retracte, donde me desmienta a mí mismo. Se equivocaron. Prefiero una condena y la cárcel. No estoy en el mercado, ni en venta. Mi palabra es mi templo. Ahí vivo y ahí moriré, con la dignidad y el decoro que le falta a mis acusadores y detractores.