Ocultarlo sería peor porque es una realidad irrefutable, dolorosamente innegable aunque duela admitirlo. Pero es así, San Pedro de Macorís se cae a pedazos.
Un “mercado municipal” que más bien es una pocilga, verdadera vergüenza nacional generadora de enfermedades; alcantarillado pluvial y sanitario limitado porque no llega a la mayoría de los barrios; falta de agua potable en muchos sectores y los históricos y emblemáticos edificios arquitectónicos desplomándose sumariamente.
Las aceras y contenes y por supuesto las principales calles y avenidas están inservibles, aunque se procedió a un barniz en el centro de San Pedro.
La oscuridad se expande en horas de la noche no tan solo por las extensas tandas de apagones que nos regala EDEESTE, sino porque además esta empresa no reemplaza las decenas de bombillas dañadas constituyéndose en una efectiva contribución para el incremento de robos y asaltos.
La Sultana del Este prácticamente ha perdido su patrimonio cultural y esplendor, uno de los más hermosos del país y de America Latina.
Hoy más que una ciudad, es un espacio social que proyecta un ambiente de fantasma y no precisamente el surrealismo fantasmagórico de aquella “ciudad” situada en las nubes de China que atrae la atención mundial en los actuales momentos.
El Macorís del Mar que languidece, que padece y que muere en el olvido como sus aguas marinas contaminadas severamente por toneladas de desperdicios, incluyendo las indeseables y molestosas algas marinas que invaden las costas de la Región Este.
“Y Vuelve y Vuelve”…
El sindico Ramón Antonio-Tony-Echavarría del Partido Revolucionario Dominicano lleva 15 años al frente del Ayuntamiento Municipal y pretende seguir en el “carguito” en las elecciones venideras, pero no ha sido capaz de construir un mercado decente para los munícipes.
A comienzo de la década del setenta en el gobierno de Joaquín Balaguer, se construyó el edificio que aloja el mercado en el sector de Villa Providencia. Ahora allí las ratas, vertederos de basura, inmundicias y las heces fecales se confunden entre los víveres, las frutas, las carnes y los vegetales.
Para colmo la calle Hermanas Mirabal que da acceso al fétido centro de expendios de alimentos parece un camino vecinal tras ser levantado el pavimento por brigadas del cabildo macorisano que procedieron a colocar tuberías cuyos trabajos aún no terminan.
Las autoridades municipales alegan que “no tienen recursos” para proceder a levantar un mercado municipal digno como es merecedor San Pedro de Macorís. Sin embargo, se critica que el síndico Tony Echavarría haya entregado once millones de pesos para el acondicionamiento de una vieja estructura donde funciona la sede local de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
También que priorizara la construcción de un edificio de cultura en vez de edificar primeramente un mercado que garantice higiene y salud a los petromacorisanos.
Otra preocupación entre los habitantes de San Pedro de Macorís es el deterioro progresivo de sus atractivos y antiguos edificios coloniales, entre ellos, el emblemático edificio Morey, en la calle Duarte, esquina Sánchez. En consecuencia, casas y edificaciones de principio del siglo XIX están en el suelo y otras cayéndose a pedazos.
Varias oficinas regionales que operaban en Macorís fueron instaladas en La Romana, convertida ahora en la “tacita de oro” del Este.
Ojalá que las decenas de aspirantes al cargo de alcalde municipal para los comicios del 2016 que exhiben orondos sus fotografías esparcidas por cada rincón de Macorís del Mar, tengan las reales intenciones de ayudar a este histórico pueblo.
El cuadro desolador de San Pedro de Macorís constituye un serio reto para las autoridades y frustración para una población que observa atónita el deterioro acelerado de la que fuera la orgullosa serie 23.
Articulo de Manuel Díaz Aponte
Martes, 3 de noviembre del 2015