Es un axioma político: “Sin unidad no hay fuerzas, y sin fuerzas, no hay victoria”.
Sacar al Partido de la Liberación Dominicana del poder es la principal tarea de los partidos de oposición, sean grandes o sean pequeños, de izquierda o derecha. Y para ello es imprescindible la unidad en un solo bloque que los aglutines más allá de sus diferencias.
Durante el proceso electoral no puede haber varios polos en contra del gobierno, es uno, grande como un gigante, fuerte como una mole, capaz de enfrentar con éxito el uso y abuso de los recursos del Estado como desde ya está utilizando la maquinaria oficialista.
Danilo Medina, sin ningún escrúpulo, hará todo cuando tenga que hacer para mantenerse en el poder. No se detendrá ante nada, ni ante nadie, ni escatimará recursos, vengan de donde vengan. Comprará, como ya lo está haciendo, a todo el que se venda, a sobreprecio, si es preciso. Está convencido de que el dinero lo compra todo.
Ya los “tiburones podridos” no le producen eructos al comérselos, como tampoco le molesta echar los principios en los zafacones inmundos si consigue su objetivo de mantenerse indefinidamente en el poder, porque “el fin justifique los medios”.
La tesis de “ir solos” a las elecciones, sabiendo que no hay posibilidad alguna de ganar, es favorecer a Danilo, es contribuir con su “victoria” para que el país siga sumergido en el atrasado.
El discurso narcisista de que nadie sirve, solo yo, porque soy el mejor, el único puro y limpio, beneficia a Danilo ya que aleja la posibilidad de la unidad.
Los partidos revolucionarios y democráticos, más allá de sus naturales diferencias, tienen que pensar en el pueblo que se encuentra sumergido en la miseria y el abandono fruto de la incompetencia, el endeudamiento, la corrupción y la impunidad.
No es difícil la unidad. Observemos que los partidos y grupos opositores dicen lo mismo en torno a la necesidad de un cambio de rumbo. Debe ser fácil entonces l sentarse en la mesa del dialogo que plantea Guillermo Moreno, pues el Partido Revolucionario Moderno, el más grande de todos, ya tiene una propuesta de gobierno democrático compartido.
Si hay sinceridad en las palabras y los discursos, si de verdad se lucha por un cambio de “modelo” (imposible de golpe y porrazo y mediante elecciones), lo aconsejable es la unidad programática en torno a puntos esenciales en los que todos están de acuerdo como la lucha contra la corrupción, cese de la impunidad, respeto a la institucionalidad, convocatoria de una Constituyente, base jurídicas para un Estado moderno, educación, salud, etc.
El PRM, su candidato presidencial, Luis Abinader y su líder, Hipólito Mejía, no rechazan una unidad programática. Al contrario, la sugieren. No hayexcusas, pues, para no reunirse y hablar despojados de prejuicios y protagonismos, la creación de un frente político que pueda derrotar al PLD y sacarlo del poder.
No contribuir a la unidad, es un acto de traición imperdonable, es hacerle el juego a Danilo, es permitir que se mantenga en el poder cuatro años más obviando que estamos antes la posibilidad del “Trujillo del Siglo 21”, como bien lo advirtiera Leonel Fernández. Y si eso ocurriese, lo cual no dudo, todos lloraremos lágrimas de sangre. Para evitarlo, formemos un solo bloque opositor, no dos, ni tres.