Los investigadores llevaron a cabo un seguimiento durante 14 meses (cinco estaciones climáticas) de una población del insecto presente en el Centro de Distrito Municipal de Butantã, en São Paulo.
Por Karina Toledo
Agência FAPESP –, 26 de noviembre de 2015.-En lo que atañe a la capacidad de adaptación al ambiente hostil de las grandes ciudades, quizá ninguna especie de mosquito haya tenido tanto éxito como el Aedes aegypti, aquél que tiene su cuerpo cubierto de rayas blancas y que, para desgracia de los humanos, es capaz de transmitir enfermedades tales como el dengue, la fiebre amarilla, la fiebre chikunguña y el zika.
Aparte de la resistencia a algunos insecticidas, la especie ha venido adquiriendo la habilidad de reproducirse en volúmenes cada vez menores de agua; tanto es así que ni siquiera debe estar tan limpia como lo necesitaba en el pasado. Los insectos, que antes sólo picaban durante el día, pasaron a atacar también por las noches: basta tan sólo alguna luz artificial para que se les revele el camino hacia la víctima.
Un estudio publicado recientemente en la revista PLoS One por un grupo de investigadores del Instituto Butantan (São Paulo, Brasil) puede ayudar a entender de dónde proviene ese potencial adaptativo tan superior al de otras especies de mosquitos.
Los investigadores llevaron a cabo un seguimiento durante 14 meses (cinco estaciones climáticas) de una población del insecto presente en el Centro de Distrito Municipal de Butantã, en São Paulo. Se recolectaron mensualmente huevos, larvas y crisálidas, que se dividieron en cinco grupos, cada uno de ellos representando a una estación climática. En total se estudiaron aproximadamente 20 generaciones de mosquitos de una misma población.
Mediante dos métodos diferentes, los científicos investigaron y compararon en los grupos la variabilidad genética existente entre los individuos, es decir, cómo transcurría la variación de alelos de ADN a través del tiempo.
“Desde el primer muestreo hasta el último, en todas las comparaciones realizadas mes a mes, encontramos diferencias estadísticas significativas. Como si estuviésemos comparando individuos de poblaciones diferentes, es decir, recolectados en lugares distintos. Esa alta variabilidad genética indica que es una especie con mucha capacidad de evolucionar rápidamente y puede significar que se adapta rápidamente a las adversidades”, afirmó Lincoln Suesdek, coordinador del estudio apoyado por la FAPESP.
Este trabajo se llevó a cabo durante la Iniciación a la Investigación Científica de Caroline Louise, bajo la orientación de Suesdek. Y sigue una línea de investigación que se puso en marcha durante el doctorado de Paloma Oliveira Vidal, también becaria de la FAPESP.
“Durante el doctorado, recolecté muestras de mosquitos en diversas ciudades del estado de São Paulo en una misma época del año. Y luego comparé la variabilidad genética entre las distintas poblaciones en una misma generación. Los resultados fueron parecidos a los obtenidos en el proyecto en el cual se comparó una misma población en el transcurso de varias generaciones”, comentó Vidal.
De acuerdo con Suesdek, en ambos proyectos se utilizaron dos métodos distintos para constatar la variabilidad genética. Uno de ellos se utiliza tradicionalmente en estudios de parentesco: los marcadores microsatélites. Éstos evalúan unidades de repetición de pares de bases del ADN y acusan las variaciones evolutivas más recientes. Este método guarda una ligera semejanza con el que se emplea en test de paternidad.
El otro método, aún inédito en este tipo de estudios, consistió en la evaluación de la morfología del ala. En este caso, los investigadores eligieron algunos puntos del ala del mosquito como hitos anatómicos. Una serie de software evalúa la variación posicional entre esos puntos en los distintos grupos.
“Los marcadores microsatélites son muy informativos, pero este método es caro y trabajoso. Pretendíamos probar un marcador más sencillo y barato. Estudios anteriores indicaban que la forma del ala de los mosquitos, al igual que la fisonomía de los seres humanos, está ligada a la herencia familiar. Pero resulta difícil detectar esto a simple vista”, contó Suesdek.
El objetivo del grupo consistía en evaluar si ambos marcadores utilizados seguirían el mismo patrón. Los resultados indicaran que existe efectivamente una correlación, pero que la misma no es del 100%.
“Logramos prever una parte de la variabilidad genética estudiando el ala, pero este método no reemplaza al análisis del ADN. Puede ser una metodología preliminar, que se utilizará cuándo no se conoce nada sobre una población y se desea hacer una prueba rápido para entender la microevolución”, dijo Suesdek.
El control en el transcurso del año
Al comparar el resultado de los análisis realizados durante su proyecto con datos de la literatura científica, Louise arribó a la conclusión de que la dinámica evolutiva del Aedes en São Paulo es más acelerada que en otras ciudades en donde hay registros similares.
“Se creía que en el inverno la variabilidad sería menor, pues con el frío la reproducción de los insectos se vuelve más lenta. En efecto, el índice reproductivo es menor en los meses de invierno, pero la variabilidad genética se mantuvo alta durante todos los meses evaluados. Este resultado refuerza la necesidad de combatir al mosquito todo el año, no sólo durante el verano”, dijo Louise.
A juicio de la investigadora, la mejor forma de controlar al mosquito consiste en implementar medidas combinadas, tales como la eliminación de criaderos y la rotación de insecticidas, para que no se concrete la selección de individuos resistentes.
Suesdek también puso de relieve la necesidad de realizar investigaciones orientadas al desarrollo de nuevos métodos de control químico y biológico, tales como nuevos insecticidas y mosquitos transgénicos.
“El panorama es preocupante y la gente tiene su cuota de responsabilidad. Tanto el gobierno como la población deben hacer su parte”, afirmó el equipo. http://agencia.fapesp.br/inicio/