El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Lo mismo ocurre con el Boulevard de la 27 de febrero del Distrito Nacional, construido a un costo de RD$69 millones de pesos por el ingeniero Diandino Peña e inaugurado en el 1999 por el entonces presidente Leonel Fernández. Cuenta con una dimensión de casi un kilómetro sobre el túnel de la 27 de febrero entre: las avenidas Winston Churchill y Abraham Lincoln.
Marca la obra un imponente y deslumbrante reloj de 42 pies de alto que evoca el clásico reloj de Londres [Big Ben] con su majestuosa presencia soberbia.
Tenía murales preciosos de cerámicas de artistas de la talla de Susy de Pellerano y Joaquín Cipriano, bares, librerías, banquetas rodeadas con unos hermosos jardines, mármoles preciosos, yeso, piedra caliza, fuentes cibernéticas, esculturas y kioscos, todo esto se conjugaba armoniosamente para las tertulias literarias entre intelectuales, o para aquellos que eran convocados a interactuar con el pueblo de forma sana, divertida y sobretodo sin costo de entrada, en fin, diversión al más alto nivel para un pueblo necesitado de diversión sana.
Toda esta atmosfera te transportaba mentalmente en una especie de paseo por las nubes al viejo continente europeo. La idea original de convertirlo en “museo público de las artes” tambien se extinguió.
Mediante decreto 408-09 el presidente Leonel Fernández traspasó en mayo del 2009 la administración del Boulevard al Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), que en su artículo dos establecía que el ADN correría con el mantenimiento, reparación, cuidados técnicos, ornamentación y trabajos de ingeniería necesarios para su conservación.
Pero el ADN alega que su ubicación y falta de parqueos contribuyó a que hoy en día el Boulevard no se utilice con el objetivo con que fue construido. Es una verdadera pena y causa dolor ver que parte de mi dinero y tambien del suyo –amable lector- que religiosamente pagamos al fisco en impuestos de toda índole ahora este en unas condiciones tan deplorable, y lo peor de todo –esto ya para concluir- pareciera que a ninguna autoridad le importara el abandono del Boulevard, ya lo dice el refrán: “a lo que nada cuesta hagámosle fiesta.”
Hoy el Boulevard tiene todos los zafacones rotos, los baños deteriorados y además es hogar de indigentes y deambulantes que duermen, lavan y hasta hacen sus necesidades fisiológicas allí. Informaciones recibidas por nosotros que nos merecen entero crédito cuentan que jóvenes en horas de la noche suben al reloj a fumar y consumir drogas. Sería pertinente saber si conviene o no continuar con ese espacio abierto, o si sería más conveniente cerrarlo y darle otro uso.
Lic. Máximo López hijo.
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