(De mi puño y tekla) Lo curioso de la celebración de estos eventos, o por lo menos así se nos vendió, es que constituyen un eficaz instrumento para explicar y confrontar programas, aclarar dudas y discutir sobre las bondades e impedimentos que presentan las nuevas propuestas de nuestros líderes políticos de los distintos partidos, en torno a todos aquellos temas que realmente nos preocupan como la creación de puestos de trabajo, corrupción, evolución económica, sanidad, enseñanza, pensiones, bienestar social y un largo etc. y la única y desconcertante verdad es el haber presenciado, como sucedió en el último “cara a cara” entre Mariano Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (PSOE), a una monumental bronca, intercambio de insultos y descalificaciones, sin el menor recato ni educación y en un tono barriobajero, que los televidentes habríamos agradecido guardaran para sus respectivos partidos. La puesta escena resultó deleznable y un auténtico despropósito. ¿Para que sirven entonces estos encuentros? ¿a quien pretenden engañar con algo tan grotesco? ¿quién se beneficia de estos montajes? Esta misma pregunta planteada en la calle siempre obtiene la misma respuesta que no es otra que a Antena-3, que como empresa privada no puede permitirse la licencia de trabajar sin cobrar. ¿Alguien sabe como y porqué los dos últimos debates fueron encargados a la misma cadena? ¿Cuánto cuesta el minuto de publicidad en dicha cadena, a la misma hora y con audiencias superiores a los 9 millones de espectadores?
El candidato socialista, siguiendo instrucciones sobre la estrategia a seguir en esta ocasión, saltó al ruedo con el firme propósito de dejar totalmente noqueado en el primer envite a su enemigo, que en efecto quedó descolocado, con el gesto extraviado y confuso ante la euforia desplegada por su contrincante. Según dicen, el Secretario General del PSOE acudía muy advertido tras su desafortunada actuación en el debate a “cuatro” anterior, dado que una segunda derrota podría suponer su muerte política, si bien es cierto que en este caso, su macarrónica actuación le delató. Tampoco fue muy acertada la martingala de repetir 500 veces la frase "Mire usted Señor Rajoy" o la de "no es verdad señor Rajoy" para interrumpir permanentemente al contrario y ya no digamos con su descubrimiento del acróstico construido con la primera letra de los nombres o apellidos de acusados o presuntos de corrupción pertenecientes al PP. Ambos inventos son para nota…¡¡A donde hemos llegado!!
Es muy cierto que entre la mala educación y la grosería manifiesta existe una franja considerable y al abordarse el capítulo de la corrupción, momento en el que Pedro Sánchez acusa a Mariano Rajoy de habar actuado sin decencia. A partir de ese momento todo se descontroló entre ambos contendientes. Ante tal estado de cosas lo cierto es que habría que romper una lanza en favor de los líderes de los partidos emergentes que han dado un claro ejemplo de corrección en todas sus apariciones públicas y debates.
A Pedro Sánchez le han caído críticas de todo tipo, y muchas de ellas por parte de miembros de su propia formación, asegurando que con su comportamiento borde y macarra, el resultado del debate que claramente iba ganando a los puntos el citado Sánchez, el insulto contra Rajoy resultó excesivamente fuerte por todas las concomitancias que englobaba. Toda una carga de profundidad con una mala intención descarada, lo que generó una dura respuesta por parte de Rajoy, quien a continuación de su "hasta aquí hemos llegado", como han opinado ciertas fuentes, debió ser motivo suficiente para abandonar el plató de TV con todas las consecuencias.
Lo que es el concepto de puro debate brilló por su ausencia, entre otras razones porque muchos de los improperios intercambiados no fueron captadas por la audiencia. Toda respuesta del contario era solventada de inmediato con un socorrido ¡¡mentira!! Rajoy tiene razón al afirmar que la crítica política correctamente expuesta, es lícita, nada que ver con la agresión oral.
Es cierto que el se jugaba mucho era Sánchez, quien desde el primer momento exhibió una agresividad inaudita, que se le fue de las manos hasta al propio moderador, cuya actuación (de convidado de piedra) no fue precisamente brillarte. Sánchez memoriza perfectamente el texto de sus intervenciones, pero como el texto no es suyo, ocasionalmente no las intercala adecuadamente, lo que genera situaciones incómodas e inadecuadas. El mismo efecto negativo y desagradable que producen sus excesivos gritos en los mítines como si sus audiencias estuviesen exclusivamente compuesta por sordos.
Es comentario general admitido el que habrá que esperar al día 21 para saber quien podrá gobernar esta querida España nuestra. De cualquier forma ha quedado muy claro que a Rajoy los debates no le hacen especialmente feliz e igualmente recordar que el poder de convocatoria de Rajoy-Sánchez, con 9,6 millones de audiencia quedó muy por debajo de pasadas audiencias, tal como es el caso del debate Zapatero-Rajoy (13 millones), e incluso que el de Rubalcaba-Rajoy (12 millones).
Pero lo más triste de la sociedad en que vivimos inmersos es que a los que la manejan, solo les guía la persecución del poder, admitiendo que incluso la ambición se les nota a algunos mas que a otros, siendo nosotros meros instrumentos a los que manipulan y manejan con pasmosa facilidad. El mejor ejemplo se contempla acudiendo a un mitin y observando como 10 ó 15 mil papanatas, partiéndose las manos aplaudiendo a alguien para el que nada representan y si le preocupa saber si el número de idiotas sonoros son suficientes para llenar la plaza de toros o el polideportivo de turno.
A criterio de dos grandes periódicos europeos, Le Monde y Financial Times, la confrontación del pasado lunes entre Rajoy (PP) y Sánchez (PSOE), fue un remedo de debate político en todos los aspectos con total ausencia de propuestas y diálogo y si sobrado de descalificaciones. Al día siguiente, lo único que le quedó claro y recordaban los masoquistas que lo presenciaron fue la tremenda bronca entre el Presidente del Gobierno y el Responsable dela Oposición.
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela