La Junta Central Electoral (TCE) tiene la responsabilidad del montaje de las elecciones presidenciales, congresuales y municipales del próximo año, razón por la cual requiere de muchos recursos económicos, técnicos y profesionales, amén de una voluntad política de servicio y transparencia para garantizar un equilibrio democrático que no siempre está presente.
Aunque tengo mis dudas, algunos elementos indican que el presidente de la JCE tiene interés en que los comicios no sean objetados por la sociedad civil y la comunidad internacional que estarán vigilantes durante el proceso.
En la composición de las juntas provinciales y municipales dicen que hay un equilibrio político, razón por la cual la oposición no ha elevado ninguna protesta. La parte técnica la JCE va bien, dicen. Los recursos están garantizados, de tal manera, que no habrá problemas con el montaje de las elecciones que, sin dudas, serán las más injustas y desequilibradas de los últimos años.
Estas serán las últimas elecciones de la actual JCE. Su presidente lo sabe. Por eso intentará salir airoso para garantizar sus propósitos políticos de cara al futuro inmediato. Si sale bien su imagen se fortalece; si sale mal y las elecciones son un desastre, su proyecto se debilita o retrocede. Para evitarlo no debe actuar como un hombre de Danilo o de Leonel, ni siquiera del PLD, sino como un hombre del país.
Confío en que las elecciones, más allá de todo cuanto sabemos y suponemos (fraudes, sobornos, compra de conciencia, de votos, transfuguismo, etc., etc., etc.) concluyan más o menos bien, es decir, sin violencia y sin robo de la voluntad popular.
Ahora bien, el Tribunal Superior Electoral es un serio problema. Ese es un órgano lo controla absolutamente el PLD como lo demuestran todas sus decisiones, sin excepción. Lo que diga el Comité Político del PLD, eso hará el TSE. No olvidemos que ese TSE decidirá, en última instancia quién o quiénes serán los senadores, diputados, alcaldes y regidores, cuando se produzcan las impugnaciones.
Para evitar inconvenientes los jueces del TSE deben ser sustituidos. Ellos no son una garantía para la libertad y la democracia. La oposición y la sociedad civil deben exigir que el Senado, controlado también por el PLD, los destituya colocando hombres y mujeres honorables sin compromisos partidarios.
Lo ideal es tener otra JCE y otro TSE. Lo ideal es tener una ley de partidos y de garantías electorales. Lo ideal es evitar el uso de los recursos del Estado y el abuso de la propaganda y la publicidad en los medios de comunicación. Lo ideal es que prime la democracia. Pero el PLD y Danilo Medina no quieren transparencia ni equidad. Harán cualquier cosa, lo que sea, para mantenerse en el poder aun sea creando un río de sangre y un cementerio de lágrimas.
El Partido Revolucionario Moderno y la Convergencia tienen que ganar las calles aplicando una línea de masas en todo el país exigiendo elecciones transparentes. Debe por igual montar una campaña internacional denunciando el uso de los recursos del Estado, los sobornos, el chantaje, las amenazas y los intentos por desconocer la voluntad popular.
A partir de enero Danilo Medina hará lo que nunca se había hecho para quedarse en el poder y garantizar más corrupción y más impunidad. Para reelegirse seguirá alimentándose de tiburones podridos y defecando los principios en los zafacones electorales.