Son conocidas mis reservas frente al Partido Revolucionario Moderno-PRM como cabeza de un frente opositor al Partido de la Liberación Dominicana-PLD y su gobierno, pero confieso que esa organización superó mis expectativas negativas con el pacto concertado con el PRSC, uno de los pedazos del balaguerismo corrupto y corruptor.
Volvió a “amarrar la chiva”, como le decía Hipólito Mejía a sus negociaciones con Balaguer.
La chiva, por supuesto, ya no se amarra en el patio del caudillo fallecido, si no en la Casa Nacional de ese reducto “colorao”. Y Luis Abinader, en competencia con el PLD, decidió retomar esa ruta trasladándose allí a comprar a sobreprecio esa chivita moribunda; al parecer para darle oxigeno, agregar a sus boletas la casilla número tres y los fondos espurios que la nutren.
Ese paso político ayuda a entender como la esencia del PRM no es muy diferente a la del PRD-Vargas Maldonado: uno se vendió al PLD y el otro compra la oferta sobrevaluada de un grupo que merece el basurero como destino.
En fin, quedó más claro que el proyecto Abinader no es nada nuevo, moderno o distinto, y que el PRM no es más que un desprendimiento del perredeísmo portador de aquellos graves vicios en materia de alianzas, negación de democracia interna, clientelismo, corrupción e impunidad; llegando al colmo de premiar a la facción super-corrompida y famélica de Quique Antún con candidaturas a granel y hasta concediéndole competir bilateralmente la candidatura presidencial.
Ese pacto con la claque balaguerista -experta en venderse al mejor postor- retrata de mala manera la “nueva esperanza” que anuncia Abinader, resultando más difícil decir que es peor, si unirse a Miguel Vargas y su cascarón PRD o aliarse a esa facción del destartalado PRSC. Con esa decisión el PRM asumió la turbia manera de hacer política del PLD y partidos los tradicionales.
El reparto de candidaturas del PRM al PRSC no pasa de ser una vagabundería política plagada de antidemocracia y desprecio a sus bases y a la sociedad. ¿Les dará vergüenza a los socios “izquierdosos” y “progre” del PRM en la Convergencia?
La situación creada refuerza el criterio de que el sistema tradicional de partidos está en descomposición y de que del seno de su partidocracia difícilmente puedan surgir fuerzas renovadoras, dado que su crónica degradación se conecta con el soborno empresarial y la corrupción del Estado y sus instituciones, aceleradas por la pandemia neoliberal. Crece así la necesidad de la Constituyente Popular y Soberana.