Si el papa Francisco fuera realmente el Papa designado por la Iglesia, a través del Espíritu Santo, que es como deben ser elegidos los Papas: por designio divino, no generaría tantas controversias, confusiones y reprimendas por parte de los católicos de siempre. Probado está, que su elección fue amañada por un grupo de cardenales modernistas de corte masónico previamente al cónclave, ávidos de transgredir la ortodoxia y sentar las bases para la destrucción de los dogmas católicos.
Como Bergoglio ha dicho: los que quieren que todo siga igual y no se apuntan a los cambios (que él quiere realizar) pecan de adivinación, de idolatría y tienen el corazón cerrado al Espíritu Santo, es decir a él, porque todas las novedades que salen de su pluma, cuando no de su boca, son alteraciones del plan divino que no son aceptadas por Dios, ni mucho menos deben convertirse en normas y disposiciones obligatorias para el pueblo católico, como Bergoglio se propone. Ahí está su última idea: la próxima celebración de los 500 años de a Reforma Protestante en un acto conjunto con los luteranos. ¿Pero, qué ha supuesto el protestantismo para el mundo? Una vacilación en la fe, una obstrucción al plan salvador que Dios nos dio a través de su Hijo, la 2ª Persona de la Stma Trinidad, que tomando un cuerpo bajó a la Tierra y nos aleccionó sobre el itinerario que debe seguir un alma para alcanzar la salvación eterna.
Pero a Bergoglio poco le importa que los protestantes hayan alterado las disposiciones de Jesucristo, poniendo y quitando a su antojo, según sus gustos personales, y que, sin ningún orden ni concierto se han separado cada vez más de la Verdad que Jesús nos dejó en las Sagradas Escrituras y en la Tradición. Hoy, el protestantismo no es más que una amalgama de verdades y errores cada vez más diversos y dispares hasta el punto de aceptar el “matrimonio” homosexual, y a ministros homosexuales para pastorear a sus fieles, pero no ciertamente hacia el redil del Cielo sino al de la condenación eterna de la Gehena. Los católicos que busquen la Verdad que salva, sólo tienen que dirigir sus ojos hacia el pasado inmediato y conservar las tradiciones y enseñanzas de la Iglesia hasta que Francisco tomó el mando, usurpando a traición un puesto que no estaba destinado para él, pues pronto, el que ocupa la silla petrina va a acelerar los cambios, dejando a más de uno en la sospecha, y en la incertidumbre sobre qué es lo que hay que seguir para alcanzar el Cielo. Y nadie se podrá llevar a engaño ya que las certezas aumentan día a día y señalan a la máxima autoridad de la Iglesia como un impostor que fue instalado por las oscuras fuerzas del mal.
M Dolores Bravo
Barcelona España