Tras casi cinco años de conversaciones en secreto, el TPP logró reunir a 12 economías con salida al océano Pacífico que cubre el 40 por ciento de la economía mundial.
Por Cira Rodriguez César
La Habana, 4 feb (PL) En medio de múltiples comentarios y análisis, unos a favor y otros en contra, hoy se firmó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) entre Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam.
Tras casi cinco años de conversaciones en secreto, el TPP logró reunir a 12 economías con salida al océano Pacífico y es considerado una señal de la importancia de la región Asia-Pacífico, que cubre el 40 por ciento de la economía mundial.
El TTP representa un mercado potencial de 805 millones de consumidores, negocios internacionales con un valor de cinco mil millones de dólares y un impulso en la actividad comercial mundial de 200 mil millones de dólares anualmente, de acuerdo con sus promotores.
Esta nueva alianza, concretada este jueves en Nueva Zelanda, establece un área de comercio que reducirá las trabas en los flujos económicos al liberar más de 18 mil impuestos con los que diversos países gravan los productos estadounidenses.
También representa el mayor acuerdo comercial de la historia cuya materialización podría remodelar las industrias e influir en el precio de los alimentos de consumo, según los especialistas.
Pero voces adversas acusan a los negociadores del tratado comercial regional por no creer en su justeza al considerarlo consolidación del poder y un peligro para la economía global.
Durante las negociaciones los países interesados trataron de eliminar las barreras al comercio, incluidas las leyes que garantizan la seguridad alimentaria, la protección de la agricultura y la privacidad de la información de los ciudadanos.
Un documento revelado por WikiLeaks denunció que el TPP favorece a las grandes transnacionales, al comercializar derechos como la salud, la educación o el medio ambiente, además de darles la potestad de demandar a los gobiernos millonarias indemnizaciones.
Aseguró que esos consorcios obtendrían amplios poderes para desafiar las regulaciones, acciones y decisiones de los tribunales de gobiernos soberanos ante tribunales organizados bajo el Banco Mundial o las Naciones Unidas.
También advirtió que anula la soberanía nacional y las leyes locales, ya que Estados Unidos podrá controlar el 40 por ciento de la economía mundial y como declaró el propio presidente Barack Obama, se desestima el rol de China en el mercado global.
Para muchos representa una seria amenaza para las naciones soberanas, impidiéndoles desarrollar políticas y leyes que respondan a sus propias prioridades.
Por eso quienes se muestran contrarios al acuerdo alertan que implicará riesgos en relación con la manipulación de divisas, la protección del medioambiente y de la salud, la deslocalización de puestos de trabajo, la seguridad alimentaria, los monopolios farmacéuticos, la transparencia del Gobierno y otras cuestiones.
Además, algunos sugieren que el TPP no es un acuerdo sobre comercio, sino sobre las maniobras geopolíticas y la dominación corporativa sobre los asuntos de las naciones participantes.
Para el premio nobel de Economía Joseph Stiglitz es un paso en la dirección equivocada porque profundizaría la desigualdad.
No obstante, China apoyó este jueves la firma del tratado, que se propone una apertura del comercio y la inversión en la región, y mostró su interés en el pacto.
Surcorea, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Colombia y Uruguay son otras naciones que expresaron una posible cercanía al mismo.
Ahora se abre un proceso de dos años para que los países miembros confirmen individualmente el tratado, pues para entrar en vigor es necesaria su ratificación por al menos seis de los firmantes originales, y que representen el 85 por ciento del Producto Interno Bruto del nuevo bloque.
Los gobiernos de Nueva Zelanda y Australia presentarán la semana próxima el acuerdo a sus respectivos parlamentos, y en los próximos meses lo harán México, Perú y Chile.
Malasia y Brunéi no necesitan pasar por el Legislativo para la ratificación, mientras que Canadá tiene previsto, en cumplimiento de una promesa electoral, someter el tratado a un plebiscito antes de acudir al Parlamento.
En tanto, el representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Michael Froman, confió en contar con el apoyo del Congreso de su país, que este año celebra elecciones.
Sobre esa alianza el presiente estadounidense Barack Obama expresó hoy que "establece nuevos y altos estándares para el comercio y la inversión en una de las regiones de mayor crecimiento y más importantes del mundo".
Pero sus detractores auguran que los beneficios del tratado serán pequeños en relación con el producto interno bruto de las economías asociadas, y que si bien las bondades comerciales proyectadas demorarán una década en concretarse, los principales riesgos y costos serán más inmediatos.
rc/crc