Por Farhana Haque Rahman
Es así que aplaudimos la conferencia internacional que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) celebró el viernes 5 en París, a la que asistieron representantes de Estados miembros de la agencia y ejecutivos de medios de comunicación para analizar precisamente eso.
La conferencia tuvo como objetivo mejorar la seguridad de las y los periodistas y abordar la "impunidad de los crímenes" contra los profesionales de los medios.
Entre 2004 y 2013 fueron asesinados 370 periodistas "en represalia directa por su trabajo", según un informe reciente del Comité para la Protección de los Periodistas. Tristemente, solamente en los últimos dos años 230 más se sumaron a esa cifra, según la Federación Internacional de Periodistas.
Un periodista de IPS, Alla Hassan, fue baleado mientras conducía al trabajo en Bagdad en 2006. Cuando un periodista es asesinado, también lo es la historia en la que ella o él trabajaba, y la historia en general que todas las empresas de noticias intentan trasmitir queda seriamente lesionada.
IPS se suma con énfasis a la convocatoria para encontrar una manera de que se cumpla el derecho internacional referido a la protección de las y los periodistas.
Un primer paso consiste en presionar a los países para que presenten información actualizada de las investigaciones sobre los ataques contra los medios de comunicación en su territorio. En la actualidad lo hace menos de la mitad. La erradicación de la impunidad ante este tipo de ataques es fundamental para reducir su ocurrencia.
No solo está en juego el derecho humano fundamental de toda persona a no ser asesinada, sino un verdadero ecosistema en el que una pluralidad de voces pueda ser representada en sociedades cada vez más complejas y globalizadas.
Los ataques irresueltos proyectan una larga sombra sobre los demás y potencialmente podrían inducir a la autocensura, algo de lo que se quejan periodistas que investigan el crimen organizado en México.
Ciertamente, los reporteros siempre opondrán resistencia. Considérese el caso de Ruqia Hassan, a quien el grupo extremista Estado Islámico (EI) asesinó por informar sobre los ataques de los extremistas en Raqqa, su ciudad natal en Siria. Ella conocía la amenaza, pero la prefirió a la humillación del silencio.
En un mundo en rápido movimiento, los ataques contra los medios de comunicación adoptan formas nuevas. Ahora las y los periodistas deben preocuparse por su seguridad digital, por ejemplo. Y Hassan representa una nueva generación de periodistas ciudadanos independientes.
Si bien estos casos desbordan el ámbito tradicional de las organizaciones profesionales de los medios, sabemos que existe una causa común y una gran necesidad de avanzar. Por eso nuestros corazones permanecen en París.
Traducido por Álvaro Queiruga
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