En principio pensé en una pesada broma, pero no era Día de los Santos Inocentes: el Ministerio de Cultura de la República Dominicana adoptó la brillante iniciativa de homenajear al escritor Mario Vargas Llosa con el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, por decisión unánime del jurado que tenía a cargo la selección, en un ejercicio de petulancia ofensivo de la dignidad del pueblo dominicano.
El alegato frente a la sorpresa del país: que un bendito jurado internacional había tomado la decisión y que no se podía variar, pero esos señores son presididos por el Ministro de Cultura y de siete, cinco son dominicanos bastante aplatanados y varios de ellos trabajan para el Estado, por lo que no eran ajenos a los ataques grotescos que el señor que homenajeaban había proferido contra la República Dominicana.
Nadie puede cuestionar los méritos literarios de un novelista hispano de reconocimiento mundial, premio Nobel de Literatura, fama y prestigio de la que se ha servido a sus anchas para dañar la imagen dominicana, pero aun así si alguna entidad académica o literaria, hubiese decidido premiarlo, allá ellos, pero el que bajo ningún concepto debió hacerlo es el Estado dominicano, a cuyas autoridades equiparó con el nazismo, además de tildar al país de racista y xenófobo, por ejercer su derecho soberano de reglamentar la migración.
Este reconocimiento prueba que en el Estado dominicano se aposentan quintas columnas que les han dado aquiescencia a la campaña perversa que se ha articulado contra el país y que hicieron provecho de esta oportunidad para mostrarse del lado de los que rechazaron la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, que fue juzgada por Vargas Llosa como una aberración jurídica “directamente inspirada en las famosas leyes hitlerianas de los años treinta dictadas por los jueces alemanes nazis para privar de la nacionalidad alemana a los judíos que llevaban muchos años avecinados en el país y eran parte constitutiva de su sociedad”.
No hubo una sola persona de origen haitiano que fuera despojada de la nacionalidad en la República Dominicana, por el contrario, en virtud de la ley 169-14 se le concedió a todos los que estaban asentados en el registro civil, aunque estuvieran irregularidad y se abrió un Plan Nacional de Regularización de Extranjeros gratuito para todo el que mostrara el interés de corregir su estatus.
Pero siguen las presiones sobre el país repitiendo mentiras de las que se han hecho eco en sus justificaciones miembros del jurado, que supuestamente en la Junta Central Electoral se ponían obstáculos para los beneficiados no pudieran retirar sus documentos, planteamiento que motivó la desafortunada visita de dos embajadores que supuestamente sabían de cientos de casos, pero que no pudieron probar un solo.
El propio ministro de Cultura ignora que los ataques al Tribunal Constitucional dominicano o a la Junta Central Electoral, son ataques al Estado dominicano que es uno solo, y que quien es presidente de la Republica Dominicana no es solo el jefe del Gobierno que lo es también del Estado, y por mandato de la constitución tiene que ser un defensor de su soberanía.
Ese premio es un acto de genuflexión que nos hace indignos de todos los aportes que a lo largo de nuestra historia nos han legado los hombres y las mujeres que han forjado nuestra nacionalidad.
A gente que no les duelan las ofensas que se profieren contra el país no deberían desempeñar funciones en el Estado.