Vivieron entre el agua siempre y ya habían perdido la esperanza de tener un hogar digno porque las promesas gubernamentales se quedaban en simples intenciones.
Algunos hasta murieron en ese desafortunado espacio social, en el que su vecino cercano es el Rio Ozama, y la vida no encuentra sentido más que desesperanza, angustia y dolor.
Agua por el frente, agua por los lados, agua por detrás, en fin, “viviendas” sumergidas en el pantano y en medio de toneladas de inmundicias.
Tener que mojarse los pies al despertar y al dormir porque no hay otras alternativas en la vida debe ser traumático y desesperante; un mundo de impotencia, amarguras y llantos. Es sencillamente una desgracia humana y social.
Así han vivido durante décadas centenares de familias en la peligrosa ribera del Rio Ozama, zona oriental de Santo Domingo que vieron nacer, crecer, envejecer y morir a varias generaciones de dominicanos la mayoría de ellos emigrantes campesinos.
Ha mediado de la década del sesenta Guachupita, La Ciénaga y La Barquita comenzaron a recibir el éxodo de miles de ciudadanos que huyéndole a la pobreza rural porque no tenían un pedazo de tierra para cultivar optaron por radicarse debajo del viaducto que lleva el nombre del fundador de la República.
Fueron alentados de fijar “residencia” a orillas del puente Juan Pablo Duarte por los politiqueros reformistas que ostentaban el poder bajo el lema:” Y Vuelve y Vuelve, Balaguer…”
Cuando comienza a llover y desde el cielo se escuchan truenos la gente de La Barquita se intranquiliza y tienen que salir con sus ajuares en busca de refugio antes de que el cauce del rio Ozama se desborde y cubra sus casas a más de seis metros de agua.
Con todos los miles de millones de pesos saqueados del erario público, se pudo construir varias veces lo que ahora pronto será una feliz realidad.
Nuevo Renacer
El gobierno del presidente Danilo Medina está finalizando la edificación de la Urbanización más humanizada, esperada, soñada y deseada en la historia del país.
Y ello permitirá no tan solo sacar del fango de la miseria a decenas de familias pobres, sino de transformar la deprimente imagen del entorno de la zona oriental de la Ciudad Primada de América.
La Nueva Barquita está localizada en La Javilla, Sabana Perdida, zona oriental de Santo Domingo e incluirá:
-Una urbanización con todos los equipamientos comunitarios necesarios, compuesta por centenares de edificios de uso mixto-residenciales y en la primera planta área comercial.
-Apartamentos de sesenta metros cuadrados y se construirán equipamientos al servicio de las comunidades del sector.
-Centros cívicos, departamento policial, defensa civil, iglesia católica, iglesia evangélica, liceo politécnico, estancia infantil, escuela primaria, área de recreación para niños y espacios de esparcimiento público, estación de bomberos, dos anfiteatros, centro de atención primaria y cooperativas de servicios múltiples.
-Tras la reubicación de las familias lejos de las áreas de riesgos se procederá a canalizar todas las aguas vertidas en las cañadas para dirigirlas a plantas de tratamientos y posteriormente el saneamiento del Rio Ozama.
-Construcción de un Aqua Bus y de un Metro Cable así como del teleférico de Santo Domingo.
Alrededor de cinco mil 500 personas se beneficiarán de la construcción de La Nueva Barquita para vivir en un lugar seguro, confortable y de gran desarrollo humano.
De acuerdo a los estudios previos al inicio de los trabajos de esta innovadora Urbanización, el costo global ascenderá a unos cuatro mil millones de pesos y su primera etapa estará finalizada en febrero de este año, según el coordinador de la obra, padre Gregorio Alegría.
Obra Trascendental
Su impacto social y visión integracionista han sido reconocidos inclusive por líderes opositores como el ex presidente de la República, Hipólito Mejía, quien recientemente realizó un recorrido por el lugar, en el que exhortó al Gobierno a levantar ese mismo proyecto urbanístico en las demás comunidades vulnerables del país.
Imaginémonos lo que significaría construir algo similar en las riberas de los ríos Yaque del Norte, ciudad de Santiago de los Caballeros e Higuamo en San Pedro de Macorís.
Cuando una obra social transforma la vida de una comunidad sus resultados son imperecederos, multiplicadores y garantías de que vale la pena seguir viviendo y soñando con una sociedad donde predominen las oportunidades y la justicia social.
Domingo, 7 de febrero del 2016