El asesinato se convirtió en la "forma más fácil y más eficaz de silenciar a los periodistas": Jim Boumelha.
Por A. D. McKenzie
PARÍS, 8 feb 2016 (IPS) – “No hay noticia que valga la pena morir por ella”, sentenció uno de los oradores en la histórica conferencia sobre la seguridad de los medios de comunicación que celebró la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en su sede en París.
“Hoy en día, cada vez más periodistas son atacados con impunidad en todos los rincones del mundo – brutalizados, muertos a tiros y asesinados por los enemigos de la libertad de prensa”, declaró Jim Boumelha, presidente de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en la conferencia de la Unesco, realizada el viernes 5.
“La persistencia de un alto nivel de muertes en los medios de comunicación clama por más medidas de las instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para forzar a los gobiernos a prestarle más atención a la crisis de seguridad de los periodistas”, añadió.
En un informe publicado poco antes de la conferencia, la FIP afirma que 2.300 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación fueron asesinados desde 1990, y que más de 95 por ciento de las víctimas murieron en su propio país.
Boumelha dijo que el mundo apenas toma nota de estas muertes, “a menos que la vida sea la de un corresponsal conocido de Occidente”.
“La historia que no se cuenta… es que los riesgos para los periodistas locales, o… que informan dentro de las fronteras de su propia nación, nunca han sido mayores,” aseguró. El asesinato se convirtió en la “forma más fácil y más eficaz de silenciar a los periodistas”, sostuvo.
La FIP destaca que la mayoría de los periodistas no son asesinados por los peligros que implica cubrir una guerra.
“No menos de 75 por ciento fueron asesinados directamente, como por ejemplo asesinados por un hombre armado que huye en motocicleta, muertos a tiros o apuñalados cerca de su casa o su oficina, o encontrados muerto tras haber sido secuestrados y torturados”, precisó.
La mayor parte de los atacantes actúan con impunidad ya que muchos gobiernos no llevan a cabo investigaciones eficaces, según los participantes de la conferencia.
“Todos compartimos la responsabilidad”, reconoció Erik Bjerager, vicepresidente del Foro Mundial de Editores, que pidió a los gobiernos, así como al público y a los propietarios de los medios, que hagan más para proteger a los comunicadores.
“Sin el poder del Estado, los medios de comunicación tienen límites a lo que pueden hacer”, expresó Bjerager.
La directora general de la Unesco, Irina Bokova, dijo a IPS que los Estados miembros de la organización deben abordar el problema de la impunidad de los responsables de estos crímenes.
La Unesco, la agencia de la ONU especializada en la defensa de la libertad de expresión, realiza pedidos de información a los gobiernos sobre las “medidas adoptadas para perseguir a los autores de estos crímenes”. Sin embargo, algunos Estados no presentan la información solicitada.
En su informe de 2015, Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios, la Unesco señaló que la tasa de respuesta de los Estados ascendió a 42 por ciento. Aunque fue superior al 22 por ciento de 2014, de todas formas implica que 58 por ciento de los países no brindaron la información necesaria.
La FIP, por su parte, recordó que en “no menos del 90 por ciento de los asesinatos de periodistas en todo el mundo hubo poco o nulos procesamientos”.
Muchos de los 300 conferencistas de París, como el periodista Alfred Taban, de Sudán del Sur, narraron experiencias escalofriantes de acoso e intimidación, entre ellas detenciones y la clausura de medios de prensa de parte de las autoridades nacionales.
“No hay respeto por su propia constitución (en cuanto a la libertad de prensa). La impunidad del gobierno es realmente generalizada”, afirmó Taban.
A lo largo del día que duró la conferencia, los representantes de los medios plantearon ideas con el fin de resolver los problemas de seguridad e impunidad de manera universal y vinculante.
Organizaciones como Reporteros sin Fronteras reclaman que el secretario general de la ONU designe a un representante especial para la seguridad de los periodistas, mientras que una alianza de importantes periódicos y organizaciones de periodistas promueven la aprobación de normas internacionales de protección al periodismo independiente o “freelance”.
La alianza por la Cultura de la Seguridad informa que puso en marcha “iniciativas en intercambio de información sobre seguridad, en formación, seguros y comunicación”.
Los conferencistas destacaron la especial vulnerabilidad que padecen los periodistas freelance, que suelen estar mal remunerados y no reciben el apoyo de la empresa contratante en caso de necesidad.
Diane Foley, una de las oradoras, relató que cuando su hijo James, un periodista estadounidense independiente que cubría la guerra civil de Siria y que fue secuestrado en ese país en 2012, la familia “se sintió increíblemente sola”.
James fue asesinado por sus captores en 2014. Su colega y compatriota Steven Sotloff, muerto el mismo año, también era periodista freelance.
“Es importante que el mundo entienda que cada vez más periodistas civiles y freelance cubren los campos de batalla. Juntos tenemos fuerza. Individualmente no… Este se convirtió en un mundo increíblemente peligroso”, subrayó Diane Foley en la reunión de la Unesco.
Tina Carr, directora de la Fundación Rory Peck, que apoya a periodistas independientes de todo el mundo, señaló a IPS que este tipo de periodistas tienen dificultades especiales que merecen ser reconocidas.
“La gente a menudo no se da cuenta de la cantidad de familias que quedan afectadas cuando se asesina a un periodista freelance. A veces son el principal sostén económico y dejan atrás familias que necesitan ayuda urgente”, explicó.
Muchas veces estos asesinatos tienen el objetivo de enviar un mensaje, y familiares y amigos también podrían encontrarse viviendo con miedo, aseguró.
La editora indonesia Yuli Ismartono cree que una manera clave de avanzar es lo que ella llama “alfabetización mediática”, especialmente en aquellas zonas que padecen el recrudecimiento del extremismo.
“Los integrantes del público son nuestros nuevos censores. Si no les gusta lo que cubrimos entonces nos atacan indiscriminadamente”, advirtió Ismartono.
Indonesia pasó por una rápida transición de una sociedad represiva a la democracia en los últimos 15 años, indicó.
“Pero lo que no hemos hecho es educar al público para que acepte las nuevas libertades. No entienden el papel de los medios de comunicación. La alfabetización mediática es el siguiente paso en la sensibilización”, exhortó.
Traducido por Álvaro Queiruga