(A propósito del transfuguismo de Fello y Héctor Guzmán)
No me sorprenden los actos de transfuguismo y traición de algunos políticos de la oposición. Pero me producen asco y unas ganas inmensas de vomitarle en la cara mi desprecio y repulsa. Me producen pena y vergüenza. Criticaron mil veces con palabras hirientes la traición de Miguel Vargas y su grupo que actuaron como Caballos de Troya para impedir el triunfo de Hipólito Mejía en el 2012, para ahora caer mansamente en sus brazos, sin justificación política o ideológica válidas.
No entiendo como determinadas personas pueden caer tan bajo, descomponerse y desdoblarse ética y moralmente, comportarse como ratas sin el mayor disimulo, sin importarle lo que digan sus amigos, sus viejos compañeros, sus hijos y demás familiares. Cómo pueden presentarse ante los medios de comunicación y hablar ante las cámaras sin que se les caiga la cara.
Irse al PRD es irse al PLD. Apoyar a Miguel Vargas es respaldar la reelección de Danilo Medina. Votar blanco es votar morado. Y eso no se hace por amor a la patria. Los tránsfugas no son altruistas en ninguna parte del mundo. Cobran por su traición. (La reelección era mala hasta ahora unos días, ahora es buena. Danilo era malo, ahora bueno. Miguel era un traidor, ahora es un santo barón)
Ya lo decía el Padre de la Patria, “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los verdaderos y buenos dominicanos seremos siempre víctima de sus maquinaciones.”
Danilo Medina está demostrando que no tiene escrúpulos, que los tiró en el zafacón junto con los principios mientras eructaba placenteramente tras comer con gula tiburones podridos como los que habitan en los pantanos mal olientes de la política y de los partidos.
No tengo dudas de que ese hombre que tiene en el pecho la banda tricolor es capaz de las ofensas y los atropellos más inimaginables si contribuyen a lograr sus propósitos de mantenerse en el poder hasta que le quede un hálito de vida.
Cumplirá 4 años en el poder; ahora viene por cuatro más, luego se “sacrificará” por cuatro más porque “el pueblo lo reclama”, y así sucesivamente hasta que muera, ya sea por vejez o por otras razones. No se detendrá porque su resentimiento social y su avaricia no caben en los 48 mil kilómetros cuadrados de este pedazo de isla.
Leonel Fernández, forjador de ese monstro, de lo cual no tendrá tiempo suficiente en la vida para arrepentirse, al ver como su ex amigo y ex compañero de partido se vengaba vinculándolo al narcotráfico y comprando, con el dinero del presupuesto nacional, el Comité Político, el Comité Central, el Congreso, la Justicia, la Policía, las Fuerzas Armadas, la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, los partidos opositores o los dirigentes convertidos en ratas que estaban en el mercado al precio que fuera, advirtió que el país estaba a las puertas del Trujillo del siglo 21.
Pocos le creyeron entonces, pero su presagio parece cumplirse irremediablemente ante los ojos de todos los ciudadanos, como una maldición maldita.
El daño moral que el Partido de la Liberación Dominicana le ha hecho al país es irremediable y perdurará hasta muchos años después de haber desaparecido.
Si Danilo logra finalmente reelegirse con el dinero del Estado, con la complicidad de la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral y la fuerza bruta de los organismos represivos del Estado, el pueblo llorará lagrima de sangre.
¡Qué ganas tengo de irme de este país de mierda y no volver nunca! ¡Ni muerto!