Aparte de la escasez de triunfos por parte del equipo representativo de República Dominicana en la recién concluida Serie del Caribe, en honor a la verdad que el evento, que reúne a cinco países de la región, no goza ya de amplia aceptación entre la fanaticada amante del béisbol.
Y eso no es solo por la apatía mostrada por los fanáticos a nivel local para apoyar al equipo representativo de la enseña tricolor. Cuando la sede ha sido Puerto Rico, Venezuela o México, también hemos observado la escasa cantidad de público que se da cita a los encuentros entre equipos, muy en especial cuando los contendores no son los locales.
Con mucha propiedad, el veterano cronista deportivo Bienvenido Rojas escribió el pasado 4 de febrero en su columna de Diario Libre que “la Serie del Caribe hubiese sido un velorio si no fuera por los fanáticos de México con sus matracas” que, en honor a la verdad, se dejaron sentir y dieron colorido y apoyo a su equipo en los seis juegos que disputó y que quedó invicto.
¿Precios prohibitivos para la fanaticada de menos poder adquisitivo? Pueda que este sea un tema a tomar en cuenta. En el evento recién celebrado en el estadio Quisqueya Juan Marichal se observaban amplias áreas de gradas o bleachers completamente vacías de público. Para las grandes mayorías nacionales, adquirir boletas de 25, 30 y 35 dólares –no necesariamente para bleachers- es más que un imposible.
En resumidas cuentas, no se peca de injusto cuando alguien comenta que la recién celebrada Serie del Caribe ha sido un desastre, por no decir un fracaso, como evento que reúne a grandes multitudes.
A esto se agrega que los equipos de Grandes Ligas están muy pendientes de que estelares de su róster a quienes se autoriza participar en el evento regional no sufran lesiones que puedan inhabilitarlos.
Un evento que reúne a cinco países, que moviliza a jugadores y público entusiasta de esas naciones debe tener otras formas de conducencia. En la Serie del Caribe hay que invertir en mantenimiento y acondicionamiento de instalaciones deportivas, traslado de equipos en vuelos internacionales, vías terrestres, etc.
En definitiva, los costos en que se incurren en promocionar el certamen, gastos en transporte y alojamiento de los distintos equipos, la paga a los peloteros, consumo de energía eléctrica, pago de nóminas a trabajadores, incluidas las transmisiones, la cada vez menos participación de los fanáticos, redundan en que la Serie del Caribe va en camino seguro al colapso total.