Por Luis Beatón *
La Habana (PL) Los aspirantes a la nominación de sus respectivos partidos, el demócrata Bernie Sanders y el republicano Donald Trump, están en un camino cuesta arriba para alcanzar su objetivo, en especial por su enfrentamiento al llamado establishment de Washington en la carrera presidencial de 2016.
Ambos enfrentan una senda llena de obstáculos, en especial el de aquellos que tienen un papel importante en la decisión de quién avanzará a la elección general, sobre todo los llamados superdelegados, un término informal con el cual se nombra a algunos de los participantes en la Convención Nacional del Partido Demócrata de los Estados Unidos o del Partido Republicano.
Estos personajes no son seleccionados sobre la base de las elecciones primarias o caucus de cada estado pero tienen su puesto en la convención de forma automática, obteniendo esta condición los actuales y los extitulares de un cargo electo y los funcionarios del partido.
Esas personas son libres de apoyar a cualquier candidato, incluidos los que se hayan retirado de la carrera, independientemente del resultado en las elecciones primarias del Estado al que pertenecen.
Esta herramienta para nominar y decidir la integran entre los demócratas los miembros del Congreso de Estados Unidos, los gobernadores y otros funcionarios electos del partido.
También miembros del Comité Nacional Demócrata, así como todos los expresidentes de los Estados Unidos demócratas, los exvicepresidentes, todos los exlíderes de la mayoría (o la minoría, en su caso) del Senado y el Congreso, y los expresidentes del Comité Nacional Demócrata.
En la Convención de los demócratas del 25 al 28 de julio, en Filadelfia, Pensilvania, los que tienen la categoría de Súper representarán cerca de la quinta parte del voto y previsiblemente, si no tiene en las primarias el 50 más uno de los delegados de su lado, Sanders no debe ser el nominado, pues luego de disputarse lo que reparten las primarias y caucus, el 80 por ciento de los 712 mandamás se inclinan por la fémina.
El Partido Republicano tampoco es ajeno a esta práctica, y en la convención de investidura que celebrará del 18 al 21 de julio en Cleveland, Ohio, sus superdelegados, en este caso los miembros del Comité Nacional, cerca de 123, pueden inclinar la balanza, no necesariamente para Trump.
Según Lynn Vavreck, politólogo de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), las elites del partido tienen un sentido de quién es viable y elegible como candidato, por lo que no se espera que una figura que critica con fuerza al llamado establecimiento, pese a que los votantes quieren a alguien de fuera, obtenga el favor partidista.
Aunque tienen suma importancia, los delegados son los miembros del partido que acuden a la Convención Nacional con su voto ya asignado en función de lo que decidieron los electores de cada Estado pero el lado del suspenso está en los superdelegados que no tienen su voto "atado" a un candidato.
En el lado de los demócratas el proceso de selección de los delegados es proporcional al número de votos, lo que puede hacer de la actual campaña un proceso más reñido si Sanders logra capitalizar un sufragio que aparentemente era indiscutible para Clinton, en especial entre los negros y los latinos.
Eso no ocurre en el lado del llamado partido rojo, donde cada estado puede decidir dar sus representantes ya sea por el método proporcional o por el llamado winner-take-all, que otorga todos los delegados al candidato con más votos.
Por eso Florida, con sus 99 delegados, es tan importante en las primarias de este bando y puede dar un vuelco en la contienda, al igual que Ohio e Illinois.
El reto de Sanders y Trump es llegar a la Convención Nacional como vencedores con la mayoría de los votos durante el proceso de primarias, de no ser así sus candidaturas serán sometidas a una nueva votación de los delegados y superdelegados, cuyo poder cobra un peso especial en circunstancias como esta.
Como avanza el proceso, hay incertidumbre de que se llegue a julio con un voto fragmentado y con la amenaza latente de que ningún candidato alcance la cifra de delegados, lo que en el bando rojo se anticipa como una convención abierta y caótica.
En esta, la jerarquía partidista pudiera inclinarse por algún miembro del llamado establishment en detrimento de Trump o el senador por Texas Ted Cruz, los más favorecidos en las encuestas.
Hay dudas sobre si Trump mantendrá su fortaleza, mientras el senador Ted Cruz (R-Texas) se convirtió en las últimas semanas en un serio rival conservador tras obtener la victoria en Iowa y amenazar el dominio de Trump en Carolina del Sur, pese a que este le propinó una dura derrota en New Hampshire.
En el bando de los demócratas, pese a situaciones que amenazan su carrera, la exsecretaria de Estado Clinton es vista por el 66 por ciento de los consultados como la ganadora de la nominación contra 32 por ciento Sanders.
En esto influirá, previsiblemente, que hasta ahora un total de 192 de 188 miembros de la Cámara de Representantes y 46 demócratas del Senado la apoyan en comparación con apenas dos demócratas de la Cámara que se viran con su rival, el senador Sanders.
En este escenario también juega su papel el apoyo de otros actores que pueden ayudar a alterar la elección de 2016.
Está el caso de Matt Drudge, fundador de la popular pagina web conservadora Drudge Report, quien apoya a los rivales de Clinton, por ejemplo ahora a Sanders, una estrategia de los republicanos para debilitarla, mientras por el bando rojo coquetea con Trump.
Aparte de los medios, también influyen los grandes donantes.
Entre los republicanos los multimillonarios Sheldon Adelson y Charles y David Koch aun no se inclinan por una figura, pero eso podría cambiar la ecuación pues, por ejemplo, los hermanos Koch prometieron una inversión en la campaña de 889 millones de dólares.
A estos demonios se enfrentan los que desafían el establishment o por decirlo de otra forma, la tradición, pero lo que no se puede negar es que los estadounidenses quieren un cambio y están cansados de la forma en que se gobierna en Washington.
*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa latina.