Para este año, entre nueve precandidatas, sólo cinco (una cifra habitual) lograron consagrarse como finalistas.
Por Alain Planeéis*
La Habana, (PL) Precedidas por una larga lista de premios, nominaciones y exitosas presentaciones en festivales de todo el planeta, las películas de habla no inglesa tienen ya reservada su carrera por los premios Oscar de la academia estadounidense de cine.
Al parecer, venir con esas credenciales resulta requisito indispensable como una carta de recomendación o como la legitimación mundial para incluirse entre los aspirantes al ¿más importante? reconocimiento cinematográfico.
En una lección de cómo metabolizar lo diferente: casi 30 años después de la primera edición de los premios en 1929, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas decidió que era conveniente, también justo, reconocer la filmografía de otras naciones.
Para este año, entre nueve precandidatas, sólo cinco (una cifra habitual) lograron consagrarse como finalistas: El abrazo de la serpiente (Ciro Guerra, Colombia), Son of Saul (László Nemes, Hungría), A War (Tobias Lindholm, Dinamarca), Mustang (Deniz
Gamze Ergüven, Francia), y Theeb (Naji Abu Nowar, Jordania).
Dos de ellas, Son of Saul (Hijo de Saúl) y Theeb, óperas primas de sus realizadores, quienes encarnan también la inclusión de sus países y regiones incluso, pues el cine húngaro había recibido su última nominación en 1985, en tanto la cinta jordana representa la participación árabe.
Es Son of Saul, la predilecta y casi segura ganadora en vísperas de la gala de este domingo, encomiada por la impecable simbiosis entre los códigos cinematográficos más actuales y aquellos otros que definen el cine húngaro.
Punto a favor de László Nemes, que parece haber encontrado otra manera de representar el holocausto judío del pasado siglo entre cientos de películas húngaras y de otras naciones que han recurrido a este tema.
Y, para variar, fue recomendada por cuatro premios en el último Festival de Cannes, incluido el galardón del jurado, y por un Globo de Oro, casualmente como mejor película de habla no inglesa.
Destacan además de esta selección la tercera película de Ciro Guerra, la única nominada de hispanoamérica y la primera de Colombia en esta categoría que, aunque reconocida justamente en varios festivales como Cannes y Sundance, recibió "su mayor premio" con la contratación de su realizador para dirigir en Hollywood.
En una posición un tanto más favorable se sitúa Mustang: Belleza salvaje, impulsada por una excelente factura y una trama no menos actual relacionada con las coerciones derivadas de posturas religiosas radicales y, a propósito, dirigida por una mujer.
Tanto ensalzamiento a un cine diferente sólo ha colocado a nueve cintas en la competencia por la mejor película del año, al tiempo que otras han gozado la suerte de una versión hollywoodense -como ocurrió recientemente con la cinta argentina El secreto de sus ojos- aun cuando no tiene mayor trascendencia que su predecesora.
De la misma manera, la academia también asumió la otredad de producciones independientes de cineastas estadounidenses y que "logran" ese ansiado equilibrio de oportunidades y tópicos.
Sin embargo, en los últimos tiempos la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas soporta los embates que reclaman igualdad de género y diversidad racial no sólo en la competencia, sino entre los miembros y en las dinámicas de la industria.
Los observadores más avezados han identificado, por su parte, estos y otros influjos sobre la selección que, de seguro, actuarán también sobre la decisión del ganador.
Llegado a este punto, qué son los premios Oscar sino parte de un atribulado engranaje en función de conservar apariencias, luego reveladas por reticencias de tipos inimaginables de prejuicios y conjeturas casi invariables.
*Periodista de la redacción de Cultura de Prensa Latina.
ifb/apc