Al tomar la decisión de quedarme a vivir en Puerto Rico, además de la fuerte depresión que me atacó, siempre tuve la duda de que ¿Con quienes celebraría algunas de nuestras fechas patrias?
Cada 27 de febrero, miraba mi bandera tricolor que compré de inmediato, quizás en el fondo eso me consolaba un poco.
Al leer que se celebraba en borinquen algunas actividades para conmemorar la independencia nacional dominicana, me puse muy contenta, no hay nada como ver tus compatriotas alegres y con banderitas arriba, gritando cuando decían "Arriba República Dominicana".
Era algo parapelos, mi piel erizada, lágrimas en los ojos y cuando cantan las gloriosas notas de nuestro himno nacional dominicano, ahí es que el corazón se ensancha y se me quiere salir del pecho. Vivía apurada como todo inmigrante, sin percatarme de lo que se daban en los locales o clubes quisqueyanos, los cuales he disfrutado cuando nos reunimos en comunidad, donde también se agregan puertorriqueños y cubanos, asimismo, bien antillanos, donde mitigamos la nostalgia del terruño amado.
Aprendí que la migración duele hondo y nos lleva a buscar en cielo ajeno a los compatriotas para simplemente querernos, reir, comer platos típicos dominicanos, y las delicias de habichuelas con dulce, arepa y yaniqueque, eso no puede faltar en una actividad quisqueyana o un bingo de regalos para pasar la tarde de un del domingo cualquiera.
Confratenizamos entre merengue, chistes, bailes y las frías cervezas Presidente, no quieren otras, son fieles a consumir su marcas, eso es lealtad aunque sean envasadas en la isla, todos los saben, pero igual prefieren ver la gigantesca botella verde en todas las mesas.
En ese junte de dominicanos nos sentimos mas cerca de nuestra bella tierra, cultura, tradiciones y sus raíces.
Celebramos recientemente en suelo borinqueño el aniversario 172 de nuestra independencia nacional dominicana actividad organizada por el Consulado General de la República Dominicana en San Juan PR, bailamos como si estuviésemos en nuestros sectores, pueblos o barrios, fuimos felices, yo podía verlo en los rostros de mis hermanos, no olvidamos por unos días de las situaciones de salud que aquejan a muchos.
Nos abrazamos una y otra vez, reímos para olvidar la fuerte crisis económica que está pasando hoy Puerto Rico, situación que nos duele, porque aquí vivimos y si decidimos permanecer en esta tierra de la excelsa poeta Julia de Burgos, el Educador Eugenio María de Hostos, del médico e historiador Ramón Emeterio Betances, el suelo del fenecido astro del béisbol Roberto Clemente y del destacado compositor Rafael Hernández (El Jibarito).
Si decidimos hacer vida aquí, pues todo lo que acontece a Puerto Rico, nos duele hondamente y nos afecta directamente como migrantes.
Nos reunimos dominicanas y dominicanos, para simplemente sentirnos como en casa, hablamos con nuestro acento, nos aplaudimos y volvemos abrazarnos, hasta un proximo encuentro, donde siempre buscamos un motivo para coincidir y sentir ese apretón que llega al corazón, porque es que somos únicamente, tantos "Dominicanos en exterior".