Desde su llegada a la República Dominicana como embajador de Estados Unidos, el señor James W. Brewster, ha estado desarrollando una serie de acciones que cruzan la línea de sus labores diplomáticas. En su condición de militante de la causa gay, a la que tiene todo derecho, ha querido imponer esa agenda en nuestra nación y ha estado desarrollando una serie de acciones de apoyo directo en todos los órdenes, para que la sociedad dominicana vea como normal y apoye, acciones aberrantes e incostitucionales como el matrimonio gay. En ese aspecto, hace ya mucho tiempo que pasó la línea de lo tolerable.
Desde su participación en la marcha de los gays, y su flagrante y violatoria incursión en asuntos políticos de los dominicanos, el señor embajador norteamericano ha estado irrespetando la normas diplomáticas, sin que ningún estamento del estado dominicano le haya llamado la atención por ese comportamiento fuera de toda lógica. Y lo grave no es por su condición de militante de la causa homosexual, sino por inmiscuirse de manera permanente y abusiva en acciones y declaraciones que violan toda norma y sentido común de la diplomacia.
Ya recordamos su desacertada e irrespetuosa participación en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio hace unos meses, donde irrespetó al presidente Danilo Medina y, de forma prepotente e intolerante, llamó a quienes no comparten sus actuaciones incorrectas, a que entreguen la visa americana. Asimismo, a través de la Agencia de Desarrollo de Estados Unidos, la USAID, trató de imponer en las escuelas públicas, junto a Profamilia, un adefesio de supuesto manual de educación sexual llamado "Hablemos", donde quieren "enseñar" a nuestros niños y niñas que es normal la homosexualidad y el matrimonio gay.
Pero esta semana el embajador y la embajada norteamericana pasaron la raya de la tolerancia, de forma inaceptable para la soberanía dominicana. En un acto donde respaldaban la creación de una cámara de comercio de la comunidad LGTB, la directora de la USAID, Alexandía L. Panehal, dijo que tenían disponibles un millón de dólares para "apoyar los candidatos politicos que en el actual proceso electoral representen los intereses de la comunidad de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales".
El que respaldaran una cámara de comercio gay no es problema. Lo inaceptable e intolerable es que un diplomático extranjero y una embajada, se inmiscuyan de manera flagrante en asuntos políticos internos de la República Dominicana y digan públicamente que van a aportar fondos para apoyar los candidatos que respalden su agenda, la cual es totalmente contraria a la constitución dominicana que dice muy claramente que un matrimonio es de un hombre y una mujer.
Ya es tiempo que el estado dominicano le llame la atención y frene esas acciones de la embajada norteamericana y de su embajador, las cuales afectan e irrespetan nuestra soberanía. El estado dominicano no puede permitir que una funcionaria de un país extranjero, no importa cual sea, diga públicamente que va a dar dinero a candidatos políticos que respalden las posiciones de ese país, que por demás son violatorias a nuestra constitución y a nuestros valores cristianos.
El estado dominicano y el presidente Danilo Medina, que ha sido un gran defensor de la soberanía nacional, deben ya tomar cartas en el asunto y frenar esta flagrante violación de la normas diplomáticas y de nuestra soberanía, por parte de la embajada de los Estados Unidos.