Uno de los señalamientos críticos del informe que recién ha publicado el directorio del Fondo Monetario Internacional en relación con la economía dominicana, el referido a la deuda pública: 48.5% del PIB 2015, lo que representa 29,695 millones de dólares, es también portador de un reconocimiento a la disciplina fiscal de la administración del presidente Danilo Medina:
“En términos generales, se estima que el déficit en 2015 se ha mantenido en un nivel similar al del año anterior excluyendo los ingresos extraordinarios. Esto, junto con la reducción en el valor nominal de la deuda pública (equivalente a 3.1 por ciento del PIB) debido a la reestructuración de los pasivos de Patrocaribe, atenuó la deuda del sector público consolidado (incluyendo la deuda del sector eléctrico y del Banco Central)”.
En tiempo de campaña la verdad se hipoteca y hay quienes repiten con desparpajo que el alto endeudamiento consolidado ha sido producto de los endeudamientos generados por la administración Medina, lo que es absolutamente falso porque en lo que a la gestión compete lo que ha habido es reducción del nivel de la deuda y una tendencia transferirla a moneda local.
Lo del déficits cuasi-fiscal es un arrastre de la crisis bancaria del 2003 y la deuda del sector eléctrico forma parte de los problemas estructurales de la economía dominicana, que en el 2014 tuvo que destinar el 13% de los ingresos del gobierno al pago del subsidio eléctrico, pero en 2015 se produjo un gran respiro por la baja de los precios internacionales del petróleo.
El informe auspicioso: “La economía dominicana ha continuado su dinámico desempeño. El crecimiento promedio superó el 7 por ciento durante el 2014-15 impulsado principalmente por la demanda interna. La recuperación del empleo y la disminución de los precios del petróleo incrementaron el ingreso disponible, al tiempo que la recuperación del consumo en los Estados Unidos propició condiciones externas que favorecieron al turismo y las remesas. El fuerte crecimiento de la inversión privada acompañó la expansión del consumo”.
“La inflación se mantuvo baja, el déficit de cuenta corriente se contrajo y los indicadores sociales claves mejoraron. La implementación de políticas adecuadas ha sustentado el robusto desempeño económico”.
Otro señalamiento crítico, también parte de un reconocimiento: “La capacidad de resistencia del sistema financiero se ha fortalecido en los últimos años a la par con la mejora de la supervisión bancaria…Al mismo tiempo, la supervisión de los intermediarios financieros no bancarios sigue siendo débil y, aunque estos no son sistémicos, es necesaria una supervisión de los riesgos inherentes…”
Hay diferencias entre Hacienda y el Banco Central que el informe sugiere armonizar: “Los desafíos de la gestión de la política monetaria y de la deuda cuasi-fiscal deben ser abordados a través de una mayor coordinación con las autoridades fiscales, evitando el traslape entre ambos emisores para desarrollar el mercado local de bonos y reafirmando los acuerdos de recapitalización”.
“El desafío para las políticas macroeconómicas será sostener altas tasas de crecimiento y abordar los desafíos pendientes de la pobreza y la desigualdad, reforzar aun más la situación fiscal, limitar los riesgos de los efectos internacionales negativos y hacer frente a los legados de largo plazo del sector eléctrico”.
Es otra evidencia de que el optimismo proyectado por el presidente Danilo Medina en su rendición de cuentas, el 27 de febrero, está fundamentado. La evaluadora de riesgo Fitch Ratings y el BID, atestiguan lo mismo.