Llegado un momento importante de la campaña electoral, las dos opciones principales, una que se ha movido a lo largo del proceso con una ventaja que no ha menguado su holgura, y otra que batalla por avanzar en guerra contra el reloj, a la hora de resolver la candidatura vicepresidencial, se decantaron por lo mejor que disponían y en ambos casos estaba en el género femenino.
Ambas escogencias con atributos que las asemejan, pero también con características que tornan muy desiguales sus aportes. Son un apelativo a la compactación interna de la principal plataforma de apoyo de cada candidato y ambas son damas con luz propia y reconocida capacidad para afrontar cualquier desafío, pero además y tal vez tan importante como sus cualidades propias traen un regalo añadido, el del peso de los liderazgos sobre los que ellas se han catapultado.
Sin dudas hay un espacio de poder aprovechable por el liderazgo femenino para seguir avanzando, como lo ha venido haciendo la mujer dominicana desde la desaparición de la tiranía trujillista. Hoy no es sorpresa que una mujer sea candidata vicepresidencial o presidencial de un partido con vocación de poder, lo fue en 1962 cuando la doctora Josefina Padilla acompañó al candidato presidencial del Partido Revolucionario Social Cristiano, don Alfonso Moreno Martínez, con el eslogan “Con Alfonso y Josefina la Revolución Camina”.
Desde entonces hubo que esperar hasta 1996 para volver a tener una mujer como acompañante de boleta en un partido mayoritario: la doctora Maribel Gasso con Jacinto Peynado, fórmula presidencial del Partido Reformista Social Cristiano, y luego se repitió lo propio en el 2000 cuando Hipólito Mejía se hizo acompañar de Milagros Ortiz Bosch, que se convirtió en la primera mujer en alcanzar la vicepresidencia de la República.
Pasaron doce años hasta que Danilo Medina postuló a Margarita Cedeño de Fernández, que pasó de primera dama a vicepresidenta de la República, primera mujer que ha ocupado los dos roles, primera que habrá de estar en el cargo por dos periodos consecutivos. El otro atributo de Margarita es una popularidad que se refleja de manera consistente a través de los años.
Hay mucho trecho para alcanzar una participación más amplia de las mujeres, pero lejos de ser un signo de atraso es de avance el que 4 de 32 senadores sean mujeres, e incluso una de esas senadoras ocupa por primera vez la Presidencia del Senado, hay apenas 15 de 155 alcaldías, pero se obliga a que la vice alcaldía la ocupe una dama donde el alcalde sea hombre.
Es cierto que la pobreza es más sentida entre las mujeres, 28% sobre la de los hombres y que de la población económicamente activa (PEA) que es de 57.3% el universo, 60.8% son hombres y apenas 39.2% mujeres y un 14% de ellas trabajan como empleadas domésticas; diferencia que se amplía en las MIPYMES, de las que el 71.49% están encabezadas por hombres y 21.8% por mujeres.
En contraste hay otros datos que hablan de que las mujeres seguirán empoderándose cada vez más: el 62.3 de la matrícula universitaria son damas, y es asunto del pasado la diferencia salarial en beneficio de los hombres que tenían salario entre un 10 y 12% más alto que las mujeres.
Un estudio reciente demuestra que las mujeres alcanzaron y para el 2015 superaron en 2.7% el ingreso de los hombres medido en los salarios de la economía formal.