¿Cómo será recibido el presidente de Estados Unidos en Cuba?
Habrá ambiente de vítores y aplausos porque la ocasión es para conmemorar en grande como lo merece el pueblo cubano.
Han sido más de cinco décadas de separación, presiones, odio, asfixie económica, intromisión, violaciones, agresiones verbales y físicas, sanciones económicas y políticas, intentos de invasiones y de estrangulaciones.
Pero estoy seguro que Barack Obama tendrá una cálida acogida y que los cubanos saldrán a las calles y avenidas de La Habana a expresarle reciprocidad y a aplaudir por la apertura de las relaciones entre ambas naciones.
Banderas cubanas y norteamericanas ondearán en los espacios públicos habaneros así como expresión de hospitalidad y alegría que caracterizan a los cubanos.
No habrá manifestaciones de repudio frente a las oficinas de negocios y embajada de Estados Unidos en Cuba como sucedió por más de cinco décadas ante el distanciamiento que mantenían ambas naciones.
Ni veremos al líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, pronunciando su discurso antiimperialista o arengando a las masas en la emblemática Plaza de la Revolución en el centro de La Habana.
No solo porque la edad y dificultades de salud se lo impiden sino porque vivimos otra realidad mundial.
El propio Fidel hace varios años había anticipado que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se restablecerían cuando estuviera al frente de la Casa Blanca el primer presidente de origen negro y liderando la Iglesia Católica el primer Papa de origen latino.
Los tiempos han cambiado y la realidad política y diplomática de America Latina es muy diferente al cuadro social imperante entre las décadas del sesenta al noventa.
Será la segunda vez que un presidente de Estados Unidos en funciones arribe a territorio cubano y ello por sí solo es todo un acontecimiento político, periodístico y diplomático.
Especialmente en el contexto actual en que nuevamente Estados Unidos y Cuba armonizan sus relaciones dejando atrás más de 54 años de confrontación.
Primer Mandatario Estadounidense en Cuba
La primera vez ocurrió en 1928 cuando el presidente estadounidense en funciones Calvin Coolidge arribó a La Habana, para participar en la VI Conferencia Panamericana. Su presencia alcanzó un notable impacto a juzgar por el relato del periodista Beverly Smith Jr.
A su llegada a La Habana, le recibieron “entusiastas multitudes, que le lanzaban flores y hasta besos”, cita la web de ABC News al reportero Beverly Smith Jr., del Saturday Evening Post, en un artículo de 1958.
Desembarcó exactamente el 15 de enero del 1928 en las proximidades del puerto de La Habana, a bordo del acorazado USS Texas, buque de guerra de la armada de Estados Unidos, blindado y fuertemente artillado. Desde allí, fue llevado en pequeñas embarcaciones hasta la ribera de las costas habaneras, donde fue recibido afectuosamente por el entonces presidente cubano, Gerardo Machado y varios de sus funcionarios.
Otra impresión de ese viaje presidencial lo recoge la periodista Amity Shlaes en la biografía de Calvin Coolidge cuando expresa que "el pueblo de Cuba se reunió en el puerto de La Habana para dar la mayor acogida que nunca había dado a un líder extranjero. Miles se subieron al Castillo del Morro y a los tejados de los edificios, estirando el cuello para ver el acorazado USS Texas a medida que avanzaba en el puerto".
Ahora Obama
Un nuevo capítulo para la historia de América y del mundo se escribirá a partir de la presencia de Barack Obama, primer gobernante estadounidense que visita Cuba en 88 años.
Obama en un gesto de confraternidad y acercamiento acudirá a la mayor de las Antillas en compañía de la primera dama, Michelle Obama y las dos hijas de la pareja presidencial.
Y lo hará a bordo del moderno Air Force One, avión Presidencial de Estados Unidos, que descenderá en el Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, capital de la República de Cuba, el lunes 21 de marzo hasta el martes 22.
Este encuentro del gobernante de la principal potencia económica y militar del planeta con su par Raúl Castro Ruz y las autoridades cubanas genera muchas interrogantes.
Una de ellas, ¿estará sellada la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Estados Unidos y Cuba tras Obama dejar el poder?
Por tratarse de una decisión de Estado es de suponer que ante un eventual triunfo del ultraderechista Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, habrá continuidad de este histórico entendimiento.
Probablemente Obama que es un político muy audaz haya querido pisar tierra cubana no tan solo como señal de su disposición de trabajar armoniosamente con el gobierno presidido por Raúl Castro, sino también de hacerle ver al mundo que Estados Unidos ya no ve en Cuba “un peligro inminente”.
Inclusive, hizo grandes esfuerzos para que el Congreso Norteamericano decidiera levantar por completo el embargo comercial contra la Isla caribeña, incluyendo la retirada de tropas navales en Guantánamo, pero la posición conservadora de los representantes republicanos se impuso.
El 17 de diciembre del 2014 los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama y de Cuba, Raúl Castro, anunciaron en intervenciones televisivas por separados que los gobiernos de ambos países iniciarían los contactos oficiales correspondientes para normalizar sus relaciones diplomáticas.
Desde entonces, todo un largo y tortuoso proceso de conversaciones y acciones políticas, diplomáticas, legales y comerciales han sido agotadas por comisiones de altos niveles de funcionarios de ambos países reunidos en Washington y La Habana.
La primera ronda de conversaciones estuvo liderada por la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Latinoamérica, Roberta Jacobson, y por la encargada de Asuntos de América del Norte del Gobierno cubano, Josefina Vidal.
Los vuelos comerciales desde Estados Unidos hacia Cuba y viceversa han sido reanudados permitiendo un incremento sustancial del arribo de estadounidenses a la Isla. Antes eran viajes charters esporádicos, ahora llegan hasta 110 vuelos diarios a La Habana y a nueve ciudades que tienen capacidad para recibir vuelos internacionales desde Nueva York, La Florida y Los Ángeles.
El nuevo marco en las relaciones bilaterales de ambas naciones permitirá abrir el mercado cubano a las exportaciones, entre ellas, materiales de construcción y equipamiento destinado a la agricultura y mercado de las telecomunicaciones.
Se levantan los límites a las transferencias de Estados Unidos a Cuba, pasando de 500 dólares a 2.000 dólares trimestrales.
Los ciudadanos norteamericanos podrían importar desde la isla bienes por valor de 400 dólares, incluyendo un máximo de 100 dólares en productos derivados del tabaco.
Estados Unidos ha autorizado la instalación de una fábrica de Alabama para ensamblaje de hasta mil tractores al año que serán vendidos a granjeros cubanos, y que está en proceso de construcción en las proximidades del Puerto de Mariel. Podría comenzar a producir a inicio del año venidero.
¿Hablarán Obama y Fidel?
En círculos periodísticos se anticipa que durante su presencia en Cuba, el presidente Barack Obama por lo menos estrechará las manos al ícono de la revolución cubana Fidel Castro, referente histórico que sus detractores jamás podrán minimizar.
La Casa Blanca no ha confirmado ni desmentido la posibilidad de este encuentro entre ambas personalidades mundiales.
Aquí se marcará para siempre un antes y un después, con un presente cargado de luz brillante en las relaciones políticas, económicas y diplomáticas de Estados Unidos y Cuba.
Barack Obama, primer presidente negro en gobernar Estados Unidos ya es historia y lo seguirá siendo al pisar suelo cubano, último reducto de la guerra fría que protagonizaron Rusia y Norteamérica y que puso al mundo al borde del colapso.
En 1948, el entonces gobernante estadounidense, Harry Truman, visitó la Bahía de Guantánamo y su base naval, territorio controlado por EEUU.
Jimmy Carter, ya siendo ex presidente de Norteamérica fue a Cuba donde tuvo un cálido recibimiento y sobre ese particular el ex presidente Fidel Castro escribió: “Cuando éste visitó Cuba, del 12 al 17 de mayo del 2002, sabía que aquí sería bien recibido; asistí a su conferencia en la Universidad de La Habana; lo invité a un importante partido de pelota —el deporte nacional de Cuba—, un juego entre las selecciones Occidentales y Orientales en el Estadio Latinoamericano. Estuvimos los dos en el lanzamiento de la primera bola a la que fue invitado, sin escolta alguno, rodeado de un público en las gradas de más de 50 mil personas, blancos perfectos para cualquier tirador contratado por la CIA. Ya Bush hijo gobernaba en Estados Unidos. Deseaba sólo mostrarle a Carter cuáles eran las relaciones de los dirigentes del país con el pueblo. Aceptó con dignidad la invitación que le hice cuando llegamos al estadio, de que persuadiera al jefe de su seguridad para que lo dejara solo, y así lo hizo”.
La cobertura mediática a la visita de Obama a Cuba será igualmente extraordinaria.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Domingo, 6 de marzo del 2016