Un conocido consultor político internacional realizó una encuesta que le otorgaba al presidente Danilo Medina alrededor de un 56% y un 38% al principal candidato de la oposición, Luis Abinader.
Experto en la materia, no le pareció que esa fuera la realidad, y realizó otra, pero cambiando el método. En vez de hacer entrevistas con preguntas que se prestan a confusión, tomó una boleta similar a la que utilizará la Junta Central Electoral y le pidió a los encuestados que se dirigieran a la urna creada para tales efectos y que votaran en secreto por el candidato de su preferencia. ¡Oh sorpresa! ¡Se invirtieron los resultados! Luís Abinader ganó con casi 53% y en segundo lugar con menos de un 40%, Danilo. (“Eso me gusta, me gusta…”, como diría Kinito)
Luego de esa experiencia, otras empresas importantes del país y del extranjero hicieron lo mismo. Los resultados fueron más o menos iguales: Abinader las ganó todas, algunas con más del 50%.
La pregunta es: ¿Por qué la diferencia entre una encuesta abierta, pública, y la otra cerrada, secreta, con una boleta y una urna? La respuesta es simple: Tiene que ver con el síndrome del “gancho” propio de los dominicanos después de una dictadura de más de 30 años, un régimen despótico de 12 años y unos gobiernos que han convertido el Estado en clientelar y patrimonial, corrupto y represivo.
Cuando alguien sale a las calles a preguntarle a cualquier empleado público, campesino, ama de casa, un chófer, etc., ¿por quién piensa votar “si las elecciones fueran hoy”?, lo primero que piensa es en la tarjeta Solidaridad, el Bono Gas, el Bono Eléctrico, el seguro médico de Senasa, (que no sirve para nada) la nominilla donde cobra sin trabajar, el primo guardia o policía, el bono estudiantil, entre muchas modalidades de envilecer, chantajear o condicionar al pueblo.
Por eso las encuestas, en países como los nuestros, donde los llamados planes de ayuda social tienen un carácter político clientelar que se expresan crudamente durante los procesos electorales, no son del todo creíbles.
Esas encuestas llegan acompañadas de grandes campañas en los medios de comunicación que controla el gobierno con millonarias inversiones con recursos del Estado para cambiar la realidad y crear una percepción de “triunfo arrollador” en la población al tiempo de crear una resaca o sentimiento derrotista en la oposición.
No tengo ninguna duda de que, pese a los errores, a la falta de visión de una parte de la oposición de no unirse para crear un gran frente opositor que gane las calles para asegurar una victoria arrolladora en primera vuelta, la reelección tiene muchas dificultades porque la gente está harta de Danilo y del PLD.
No es casual que el poderoso grupo de Danilo esté chantajeando y regándole al ex presidente Leonel Fernández que se integre a la campaña electoral al tiempo de actuar desesperadamente dando palos a ciegas.
La gente no votará a favor de Luís Abinader, la gente votará en contra de Danilo. El voto castigo será fundamental el día de las elecciones. La gente cogerá todo lo que le den, (dinero, electrodomésticos, y demás migajas de la corrupción), pero al final votará a favor del cambio.
Lo que tiene que asegurar la oposición es impedir que le roben las elecciones como ocurrió en el 2012, sin que haya consecuencias. Si lo permite por miedo o por lo que sea, adiós democracia, adiós libertades públicas, adiós partidos políticos.
(Y Leonel Fernández que se autoexilie y se vaya a un país donde pueda leer y escribir tranquilamente sus memorias. Su futuro quedará enterrado entre las cenizas de la dictadura que forjó sin querer. ¿O fue sin querer queriendo, doctor?)