El jefe del reguetón, Daddy Yankee, deberá dar muchas explicaciones de las operaciones financieras suyas y sobre la fortuna que revelan los Papeles de Panamá. Sus dos empresas El Cartel Récords y Los Cangris han reportado un capital anual estimados en 1 millón de dólares o perdidas, pero sus beneficios son multimillonarios.
Pero en los papeles filtrados aparecen documentos y grabaciones reveladores que el cantante cuenta de un complejo corporativo para ceder los derechos de uno de sus conciertos en Perú a cambio de transferencias de US$ 350 mil a una cuenta bancaria en el extranjero a través de una compañía offshore.
Se ha establecido que la entidad Arion Investments LLC adquirió los derechos del concierto por la suma de US$ 250 mil del representante del cantante, Cárdenas Marketing Network. Dos días más tarde los revendió a una empresa peruana, Expectar Producciones SRL, por US$ 350 mil.
El concierto fue el 10 de junio de 2006 en el Estadio de la Universidad San Marcos de Lima y el dinero fue transferido a pagos a Arion el 19 de enero, el 5, 12, y 25 de septiembre, y el 29 de diciembre de 2006 por US$226 mil 753, y el 10 de enero, 16 y 20 de marzo de 2007 por US$123 mil 247, según detallan documentos de la Fiscalía Peruana.
Como datos de interés ha trascendido que desde que saltó de Villa Kennedy al estrellato en el 2004, el Gran Jefe y Rey del Reguetón Daddy Yankee ha vendido sobre 20 millones de discos, ha ofrecido cientos de conciertos alrededor del mundo, lanzó dos disqueras y líneas de ropa, perfume, relojes y zapatos, ha protagonizado una película y campañas publicitarias internacionales.
Los documentos ya revisados revelan que los conciertos del cantante puertorriqueño dejan enormes cantidades de dinero después de los gastos de rigor, ganancias que fluctúan, pero que superan los doscientos mil dólares por cada uno de ellos. A estas ganancias se agregan las regalías de sus discos, los auspicios de marcas como Pepsi y Reebok, su participación en programas radiales y televisivos, y las ventas de todo tipo de artículos de la marca del artista, entre otros productos comerciales creados por su emporio familiar de negocios.
El informe destaca que el cuadro financiero que sus dos compañías han pintado ante el erario durante la década de éxitos comerciales y giras mundiales de King Daddy, contrastan además con su estilo de vida.
Veamos: Al 2015, Ramón Luis Ayala (Daddy Yankee), y su esposa Mireddys González Castellanos tenían un total de ocho propiedades en Puerto Rico: su residencia en Vista Mar Marina y su finca “El Cartel” en la Hacienda Carabalí de Luquillo, y dos propiedades en Florida, según declaró el propio cantante a la corte federal en un interrogatorio.
Además, alquila periódicamente para sus paseos de placer el yate de 100 pies Now We Are Here en la marina Puerto del Rey de Fajardo, que tiene un costo semanal estimado de $30,000, informaron dos fuentes que hablaron bajo condición de anonimato.
Daddy Yankee es parte de la lista de ricos, poderosos y criminales del mundo vinculados a la firma legal panameña Mossack Fonseca (MF) en la mega investigación internacional Panama Papers del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ en inglés).
El entramado de empresas del que Yankee es eje. incluye a una compañía llamada Arion Investments LLC incorporada en Nevada en el 2006 por personal de MF como un “shelf company”, una compañía pre-registrada, usualmente por una firma de abogados, que no está en operaciones sino que permanece lista para venderse a un cliente que la quiera utilizar.
Estas corporaciones pueden ser adquiridas y utilizadas para propósitos lícitos y fidedignos, o pueden ser utilizadas como un frente para la evasión contributiva, el lavado de dinero, u otras actividades ilícitas. Cuando ocurre esto último ya pasa a ser denominada como un “shell company” o compañía fantasma cuyo único propósito es ocultar activos. Lo mismo ocurre con los entes corporativos y cuentas offshore.
Las llamadas sociedades offshore son empresas que se caracterizan por estar registradas en un país paraíso fiscal en el que no realizan ninguna actividad económica o comercial, sólo para tomar ventajas contributivas y de privacidad que dificultan la identificación del flujo de sus dineros.