En los años que llevo recibiendo denuncias en la radio me he quejado de lo mismo una y otra vez, pero la historia siempre se repite, un paciente llega en estado crítico a recibir atenciones de emergencia en un hospital o clínica privada, con heridas de balas producto de un atraco, o poli traumatizado por un accidente, y si fallece, el evento que le provocó la situación pasa a ser secundario, porque el familiar es muy propenso a focalizar como la causa de muerte, deficiencias en el auxilio médico oportuno, que en muchos casos se da, pero no siempre es así.
En el caso del fallecimiento de Claudio Caamaño Gullón, las informaciones que he manejado desde el principio me llevan a concluir que su caso no fue uno de esos en que una persona que requiere servicios de emergencia no los recibe por falta de una garantía de solvencia, y que no es cierto rebotara por cinco lugares porque las clínicas se negaran a recibirlo como se ha estado repitiendo en muchos medios, por el contrario, recibió un tratamiento muy distinto al que reciben a diario accidentados que no cuentan con tal nivel de reconocimiento.
En la primera clínica, Centro Médico Regional Aguasvivas, recibió las primeras atenciones y las pruebas radiográficas, así como la evaluación de un cirujano general que al detectar varias costillas rotas y perforación de pulmón, consideró que la colocación de un tubo de pecho podría exponer al paciente a un nivel de sangrado que el centro no estaba en capacidad de atender, por lo que debía ser trasladado de inmediato a otro de mayor capacidad y ser intervenido por un cirujano torácico.
Este centro será procesado porque no se ocupó de gestionar una cama de cuidados intensivos disponible en otro lugar, algo totalmente inusual porque la gestión ante la medicina privada la hace quien está dispuesto a dar la cara por los costos.
Sin ninguna comunicación previa, el paciente gravemente lesionado llega a la emergencia de CEDIMAT, que no tenía camas disponibles en sala de cuidados intensivos y con seis pacientes urgiendo las que se desocuparan, sino se hubiese tratado de una personalidad reconocida la opción era rodar a otro lugar de inmediato, pero el paciente fue evaluado sin movilizarlo de la ambulancia en lo que se buscaba disponibilidad.
CEDIMAT asegura: “Nos comunicamos con las unidades de cuidados intensivos del Hospital Traumatológico Ney Arias Lora, con la Dra. Virgina Navarro, quien nos informa que no tenían camas disponibles y que habían recibido pacientes de la Plaza de la Salud…Se procedió a comunicarse con la Unidad de Cuidados Intensivos del Centro Médico Escaño, quien reportó no tener disponibilidad de camas… Nos comunicamos con el doctor Milvio Pérez, con fines de trasladarlo a la Clínica Abreu, en donde el doctor Joel nos informa que tenían una cama disponible”.
Como premio a estas valiosas gestiones de CEDIMAT será procesado porque evaluaron el paciente en la propia ambulancia, no importa que lo hicieran así porque entendieran que movilizarlo para después devolverlo a la ambulancia podría perjudicar antes que ayudar a un paciente.
El paciente es llevado a la Abreu y de ahí es movilizado por petición de sus familiares a la UCE, pese a que los médicos advirtieron de los riesgos de la movilización y de una de alta prematura. Y en UCE, excelentemente atendido por profesionales que lo habían tratado antes, fallece.