En más de 50 años, antes de iniciarme en este fantástico oficio (algo sublime y algo antropofágico), no he podido lograr que alguien me diga convincentemente para qué sirve y qué ha logrado la Sociedad Interamericana de empresas de Prensa (SIP), reunida en el paraíso turístico de Punta Cana (“a las rocas, gracias”) para pasar cómodo balance anual de dónde sí y dónde no se respeta esa “libertad de prensa” tan rentable para algunos, y cada vez menos rentable para la verdad libre y sin concesiones ni autocensuras en favor del Poder. (¿Nos vamos a las interminables pruebas?).