WASHINGTON, 12 de abril de 2016 – A medida que América Latina y el Caribe se adentra en su quinto año de desaceleración económica, y su segundo año de contracción, gracias a un entorno externo particularmente adverso para los exportadores de materias primas de América del Sur, los países enfrentan problemas para lograr un equilibrio entre reducir el gasto y minimizar sus efectos sobre la actividad económica y las conquistas sociales que tanto costaron.
Como se indica en “El ciclo de commodities en Latinoamérica: espejismos y dilemas”, el último informe semestral de la Oficina del Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, se espera que la región se contraiga un 0,9 por ciento en 2016. América del Sur, que se ha llevado la peor parte de la caída en el precio de commodities y el crecimiento chino, se contraería más de 2 por ciento este año, arrastrada por fuertes recesiones en Brasil y Venezuela. Sin embargo, en México, América Central y el Caribe —que dependen menos de las exportaciones de commodities y están más estrechamente ligados a la recuperación económica de los EE. UU.— el crecimiento se mantendría positivo en 2016, alcanzando un 2,5 por ciento.
“El espacio de maniobra se redujo marcadamente para los gestores de políticas —en particular en América del Sur— a medida que se ven atrapados por la disyuntiva de hacer lo que quisieran (estimular la economía) y lo que están obligados a hacer (reducir el gasto)”, dijo Augusto de la Torre, Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “En contraste con la crisis financiera de 2008-09, cuando los precios de los commodities se recuperaron rápidamente, la región ahora se enfrenta al fin del auge de los commodities que derivó en una reducción bastante duradera del ingreso y el poder de compra”.
El informe reconoce que, si bien transitorio, el auge de los commodities tuvo un impacto real y positivo en las vidas de los consumidores pobres, inaugurando una transformación social sin precedentes que redujo la pobreza a la mitad, engrosando las filas de la clase media. Al mismo tiempo, los recursos extraordinarios proporcionados por este boom produjeron un “efecto espejismo” que llevó a muchos en América Latina a gastar de más y a no ahorrar lo suficiente.
Una de las principales lecciones del informe es el papel que la tasa de ahorro de un país puede jugar a la hora de ayudar a mitigar el impacto económico de un descenso en el precio de los commodities. Hoy en día, aquellos países que ahorraron menos durante la bonanza tienden a mostrar un mayor riesgo soberano, encareciendo su acceso al financiamiento externo. Aquellos países que ahorraron a un mayor ritmo, por el contrario, tienden a acceder más fácilmente al financiamiento externo, permitiéndoles una transición más gradual a esta nueva realidad fiscal generada por un menor ingreso por exportaciones.
A futuro, el informe indica que los países exportadores de materias primas se beneficiarían de reformas que apunten a mejorar sus índices de ahorro, impulsar la productividad y fortalecer el crecimiento a largo plazo. Deberían hacer mayor hincapié en el desarrollo de capacidades y la remoción de obstáculos a la actividad económica, como una infraestructura inadecuada y leyes laborales o financieras inflexibles.
Sin embargo, y teniendo en cuenta que los beneficios de tales reformas llevarán tiempo, el informe también aboga por una agenda de políticas a corto plazo que equilibre la necesidad de estimular la actividad económica con el imperativo de preservar la estabilidad macroeconómica. En pos de esta agenda, los gestores de políticas deberían apuntar a una implementación gradual de los ajustes fiscales a lo largo del tiempo, así como a proteger a los pobres mediante una distribución justa de los recortes necesarios entre todos los segmentos de la sociedad.
“Durante el boom de los commodities, América Latina se convirtió en un ejemplo mundial por su capacidad de lograr que el crecimiento beneficiara a los pobres. La pregunta ahora es si la región será capaz de encontrar la receta adecuada para una contracción que beneficie a los pobres”, dijo De la Torre. “Algunos países cuentan con el espacio para adaptarse gradualmente a este nuevo escenario, asegurándose que ni la actividad económica ni los más vulnerables se vean desproporcionadamente afectados. Otros sin embargo podrían no tener este lujo”.