Esta pregunta fue un importante tema de análisis en Miami la semana pasada durante Hispanicize, la principal reunión anual de blogueros, periodistas, ejecutivos de mercadotecnia y artistas latinos de los Estados Unidos.
Por Manny Ruiz
MIAMI, FL – 12 de abril de 2016 – (HISPANICIZE WIRE) – En medio de la mayor crisis popular y política que posiblemente haya podido enfrentar en su historia, la comunidad latina estadounidense se encuentra perdida, constantemente sensible en sus posiciones, y cada vez más desfasada consigo misma, cuando más necesitada está de un liderazgo sólido, coherente y visionario.
Ahora que las elecciones primarias presidenciales descargan constantemente una de las retóricas más antihispanas de todos los tiempos, solo nos queda preguntar: “¿Dónde está el Jesse Jackson latino cuando más lo necesitamos?”.
Esta pregunta fue un importante tema de análisis en Miami la semana pasada durante Hispanicize, la principal reunión anual de blogueros, periodistas, ejecutivos de mercadotecnia y artistas latinos de los Estados Unidos.
Nuestra comunidad necesita un líder unificador. Los hispanos estadounidenses tienen un poder adquisitivo de $1.2 billones, pero poco que mostrar con respecto a esa potencia económica en cuestión de respeto y dignidad como estadounidenses. Nunca antes ha sido más necesario argumentar que cuando se demoniza a los latinos se desacredita al mismo segmento demográfico que impulsará la marca estadounidense hacia el futuro.
Repetir el mismo guión y los mismos errores
En la medida que esta crisis se agudiza, lo más perturbador es que nuestra comunidad de más de 55 millones — cerca de la quinta parte de la población total de los Estados Unidos – se está haciendo peligrosamente insensible a los virulentos ataques que se difunden casi a diario en la televisión y los medios sociales.
Por supuesto, la reacción usual hispana es enfocar su ira hacia los republicanos. Solemos culpar a Donald Trump, o incluso al ligeramente más afable Ted Cruz, por agitar la histeria contra los latinos en cada punto de sus giras de campaña. Pero el problema de imagen de los latinos está muy distante de ser una creación del partido republicano.
La presidencia de Barack Obama también ha fracasado en mejorar la percepción de los latinos. Cuando termine su mandato en febrero próximo, llevará consigo el baldón casi “trumpiano” de haber deportado a más hispanos indocumentados que los demás mandatarios precedentes, , lo cual le ha hecho merecedor del dudoso título de “Deportador en Jefe”.
Mientras el ciclo de elecciones presidenciales se sigue revolviendo, y, en el caso de los latinos, ardiendo, es fácil predecir los próximos errores que cometeremos como comunidad. Trump o Cruz se transformarán en el próximo villano, y Hillary Clinton (o Bernie Sanders) cortejarán a plenitud el creciente voto latino. Nuestros activistas, los medios, los líderes de organizaciones sin fines de lucro y las celebridades hispanas bailarán al compás usual del Partido Demócrata, y el círculo vicioso de no lograr realmente nada duradero para nuestra comunidad volverá a repetirse una y otra vez.
El proceso político nos ha fallado repetidamente
El mayor error que comete nuestra comunidad es invertir enormes energías y esperanzas en un sistema político que ha fracasado repetidamente. Es cierto que tenemos un juez de la Corte Suprema, tres senadores, 30 congresistas, dos gobernadores y un potencial candidato presidencial hispanos, pero nada de lo anterior ha logrado que los Estados Unidos nos acepten como merecemos.
Ahora más que nunca ES NECESARIO dejar a un lado las lamentaciones y actuar ante las continuas indignidades que se nos atribuyen, y necesitamos buscar y designar un líder latino unificador nacional como Martin Luther King, Jesse Jackson o incluso Al Sharpton, que viva, respire, camine y tome partido por nuestra dignidad como hispanos estadounidenses.
Hay quien dice que un líder unificador es algo imposible
Hay muchos que piensan que eso es imposible. No solo hemos carecido de un líder como César Chávez después de su fallecimiento hace 33 años. También hemos tenido históricamente la tendencia a considerar el liderazgo de forma colectivista.
Como los latinos estadounidenses son extremadamente diversos, con orígenes que se remontan a más de 20 países, se necesitan muchos líderes en los Estados Unidos para contribuir a la prosperidad de las trayectorias de derechos, educación y profesión de nuestros hermanos. Pero lo que propongo es que se debe encomendar a un líder que nos represente corporativamente de una manera que se escuchen nuestras voces.
Por supuesto, los mexicanos, cubanos, puertorriqueños, salvadoreños, peruanos y venezolanos tienen diferentes visiones del mundo, opiniones y necesidades, y este es un reto formidable que se puede vencer. Es posible lograrlo si nosotros, los líderes hispanos estadounidenses de diferentes nacionalidades, nos ponemos de acuerdo en que las peligrosas circunstancias por las que está pasando nuestro país exigen la solución inmediata de este problema.
La comunidad afroamericana como modelo
Si queremos que nuestras acciones sean reales, resumamos brevemente el increíble poder que han logrado tener nuestros hermanos y hermanas afroamericanos, porque es algo instructivo e inspirador.
Primeramente, a pesar del apoyo históricamente insuficiente del presidente Obama a los hispanos, sigue siendo legítimamente un gran logro para la comunidad afroamericana, y para los estadounidenses que valoran la diversidad, incluyendo a los latinos. Aunque tal vez parte de la comparación no es ni siquiera justa, porque Obama es el presidente de los Estados Unidos.
Pero la comparación más idónea es lo que se hace evidente en el aspecto anecdótico dondequiera que miramos en nuestra cultura y conciencia nacional. No hace falta ser científico para ver que, a pesar de algunas desigualdades persistentes en el sistema de justicia, la comunidad afroamericana es en la actualidad muy sólida y más unida cívica, política y culturalmente que nunca en los campos del entretenimiento y el periodismo. (Incluso el elenco de Saturday Night Live, un programa que solo en raras ocasiones ha contratado a latinos, cuenta actualmente con 5 talentosos afroamericanos en un equipo de 16 integrantes).
Los hispanos elogiamos los progresos de nuestros hermanos afroamericanos, pero también debemos aprender de ellos. La historia de los afroamericanos es un testimonio de lo que podemos lograr cuando se cuenta con una voz potente y moral que represente las aspiraciones, derechos y dignidad de la comunidad. Martin Luther King y Malcolm X fueron sólidos pilares de empoderamiento de los negros estadounidenses, y en los últimos cincuenta años, esa antorcha ha sido llevada por personalidades como Jesse Jackson y Al Sharpton. Al término de su mandato, el presidente Obama y su familia heredarán legítimamente y casi sin duda alguna parte de ese legado.
Recientemente, un íntimo amigo afroamericano describió de esta manera el impacto cultural que han ejercido Jackson y Sharpton en la comunidad negra: “Es posible que a muchos de nosotros no nos gusten, pero cuando revuelven cielo y tierra por algún motivo, presten atención, porque todos se unen para apoyarlos”.
Cuando le pregunté cuáles habrían sido las posibilidades de que Trump fuese invitado a Saturday Night Live si hubiera afirmado que los negros estadounidenses eran violadores como, según dijo, son casi todos los mexicanos, me respondió: “¡Simplemente, no habría ocurrido! De ninguna manera Jesse ni Al lo habrían permitido. De ninguna manera”.
El otro día, mientras desayunábamos, una respetada líder hispana me reveló que, recientemente, un grupo de líderes hispanos se reunió en San Francisco, justo en el momento que Jesse Jackson estaba exhortando en esa misma ciudad a gigantes de la tecnología en Silicon Valley, a que contrataran más empleados pertenecientes a minorías.
Jackson salió de Silicon Valley con un caudal de promesas. De estar en su lugar, los líderes latinos no habrían logrado ni siquiera concertar tal reunión.
Nuestro líder debe entregarse totalmente a la causa
Todo lo anterior nos hace volver al análisis del problema fundamental de nuestra comunidad: en vez de aprovechar nuestro poder, estamos dependiendo exageradamente de los políticos.
Los partidos políticos han demostrado históricamente que son la falsa esperanza para los hispanos, porque, en sentido general, los políticos no pueden– y tal vez no deberían legalmente – representar los intereses de los latinos. Contamos con institutos latinos relacionados con la política que preparan la nueva generación de líderes hispanos estadounidenses, pero los tiempos actuales necesitan un líder diferente a los que producen continuamente las maquinarias políticas demócrata y republicana.
Podría afirmarse que este líder especial forma parte probablemente de una de las numerosas organizaciones de derechos civiles o sin fines de lucro que prestan servicios a nuestra comunidad. Tal vez sea cierto, pero si esa persona debe ser contratada para desempeñar esta tarea, claramente no podría lograrlo, porque necesitamos a alguien que se entregue por entero a la idea de un movimiento intensamente independiente.
Los líderes de organizaciones sin fines de lucro y de derechos civiles son importantes pilares de nuestra comunidad que hacen una gran labor sacrificada, pero si fueran a asumir este papel no tendrían éxito, porque no pueden obedecer a dos mandatos: la institución sin fines de lucro y los intereses más amplios de los hispanos. Esos líderes no pueden desempeñar ese papel con efectividad, porque los intereses empresariales y políticos coartarían automáticamente la intrepidez, credibilidad e intensa independencia que debe tener un líder unificador y totalmente entregado a la causa. Esa misma situación de conflicto de intereses mina a los funcionarios electos, quienes no pueden servir a dos señores y hacerlo correctamente.
Para unificar y aprovechar el poder inexplotado de la poderosa comunidad latina, para poner en marcha las numerosas coaliciones que deben construirse, para penetrar en las trincheras más profundas de la tarea hercúlea que tiene delante, para llamar a las cosas por su nombre lo más claramente posible; nuestra comunidad debe encontrar a una persona con una idea fija. Su atención y lealtad total deben enfocarse al máximo, algo imposible de lograr si se desempeña una dualidad de funciones en una organización sin fines de lucro, negocio, profesión artística o cargo político.
Los latinos debemos dejar atrás el diálogo improductivo, porque las consecuencias de mantener la situación actual de nuestro liderazgo, propiciará que se intensifique aun más el acoso cultural. Es hora de unificar nuestras mentes creativas y de realizar una búsqueda nacional de un líder dinámico, que nos ayude a cambiar la historia para el bien de todos. Nuestra comunidad se lo merece, y debemos hacerlo AHORA.
Acerca del Autor
Manny Ruiz es Director Ejecutivo de Hispanicize Media Group y del evento anual Hispanicize, la principal reunión anual de creadores digitales, periodistas, ejecutivos de mercadotecnia y artistas. Puede contactarlo enviando un mensaje a la dirección de correo electrónico [email protected] y @MannyRuiz en Twitter.