Una novedad del actual proceso electoral, lo constituye la alianza entre el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), estos dos partidos hermanos de padre y de madre, antagónicos por mucho tiempo, han mostrado una capacidad de concertación que todavía no es asimilada por ciertos sectores, pero que otros ven con beneplácito.
El tema empezó con un acuerdo entre sus respectivas cúpulas pero con el paso del tiempo y el ahondamiento de la campaña electoral, el país ha podido notar una especie de fusión natural entre las bases de ambas organizaciones políticas. Quien lo dude solo tiene que observar lo que está ocurriendo en las caravanas moradas y en las blancas. Si se observa bien, se podrá notar que más fuerte que los acuerdos entre las altas dirigencias, existe integración y hasta compactación en las bases de una y otra entidad política. De modo que cuando Bosch trazó la estrategia de enemistarse con el PRD tenía claro que lucharía por el espacio político del buey que más jala, pero ahora cuando ambas organizaciones han madurado lo suficiente como para entender que son alas del mismo pájaro, los hechos están mostrando que existen, como dicen algunos, dos PRD, o como dicen otros: dos PLD. Nosotros en cambio, entendemos que la identidad de ambas organizaciones no saldrá mellada, por el contrario, el posicionamiento del PRD será mayor pues habrá quedado convertido en un partido moderno, disciplinado y con un liderazgo adaptado al tiempo político, a las demandas de la nación.
Llama la atención el hecho de que el partido que se dice moderno haya heredado todo el lastre del viejo PRD. Es un proceso interesante que habrá de reflejar el actual proceso como ya vienen indicando las encuestas. Si observamos bien, el PLD, nunca ha pasado como partido del 40 por ciento de la simpatía electoral, circunstancia que lo ha conducido a concertar alianzas primero con los reformistas y ahora con el PRD. De modo que para llegar al 50 más uno de los votos presidenciales siempre ha requerido de muletas de partidos aliados. Esto significa que si las encuestas lo sitúan por encima del 60 por ciento de la simpatía electoral es porque existe una franja que la aportada indiscutiblemente el PRD. Esta lectura es importante resaltarla puesto que algunos observadores están cometiendo el error de descalificar al viejo buey alegando que se derrumbará en términos electorales. Nos permitimos insistir en que eso no es así, pues, el más viejo de nuestros partidos supo sufrir la salida de Juan Bosch de su seno sin que su caudal de votos duros mermara; luego, salió Jacobo Matjluta y tampoco hubo derrumbe; luego abandonó las filas de ese partido José Francisco Peña Gómez y dicho partido permaneció con su voto duro incólume; más tarde, Hatuey Decamps hizo lo propio sin conseguir herir al buey del jacho prendio.
Algunos sueñan con que la actual coyuntura política será diferente, diferimos de esa apreciación, entendemos que ocurrirá lo inverso: será el denominado PRM, el que se derrumbará. El PRD quedará en una holgada situación electoral, será parte del poder y la militancia que haya sino sonsacada retornará a su redil.
Este acontecimiento establece fehacientemente, que un ciclo político quedará cerrado el 15 de mayo de 2016, dando paso a uno nuevo. Ya no habrá rivalidad entre PLD y PRD, tampoco entre estos y el Partido Reformista Social Cristiano, los tres compactarán a la incipiente burguesía criolla con la oligarquía y las transnacionales bajo el esquema de globalización que vive el mundo.
La izquierda seguirá caminando a la deriva pues no ha sabido escoger el segmento poblacional al cual van dirigidas sus predicas. Un caso diferente es el de la extrema derecha, pues como se sabe, Pelegrín Castillo y Elías Wessin Chávez, han centrado su haber electoral en las organizaciones religiosas de toda laya, así como en el sentimiento nacionalista del país, puede afirmarse que son los únicos partidos que tienen una posición ideológica que la gente entiende. En cambio, la izquierda sigue sin definir su mercado electoral. Así como en el pasado el PRD fue capaz de neutralizar a la izquierda por intermedio de alianzas personales, nunca programática, el PRM hoy, hace lo propio.
El resto de la denominada izquierda política, no impacta, por ejemplo, Minú Tavares Mirabal, puede calificarse de aristócrata política sin oferta popular; de su lado, Guillermo Moreno es un pequeño burgués que no acaba de identificar el segmento electoral al cual dirige su mensaje político. Estos deberán replantearse su forma de hacer política con miras a crear una opción viable. Claro, si asumimos el discurso del politólogo estadounidense Samuel P. Huntington (El orden político en las sociedades en cambio), sabremos que una democracia en construcción no deja espacio para pequeños partidos cuando asume un proceso vigoroso de desarrollo, por tanto, dichos partidos llamados ahora emergentes, tendrán que concentrar su accionar a luchar por derechos sociales o sucumbir. Es decir deben aportar en tanto y cuanto instituciones al servicio de los derechos fundamentales.
Así las cosas, la alianza PLD-PRD luce imbatible. DLH-17-4-2016