Por Brígido Peguero.
Hace varios años que la entonces Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, hoy Ministerio, otorgó una licencia para extraer de nuestros bosques leños de Guaconejo, supuestamente secos. Todas nuestras especies de Guaconejo, del género Amyris, familia botánica Rutaceae, tienen madera resinosa y aromática, por lo que se les usa para la elaboración de perfume.
Inicialmente, esta madera era llevada hacia Haití y de ahí supuestamente exportada sin procesar hasta Francia, donde sería procesada la materia prima y elaborado el perfume. En varias ocasiones pudimos ver a miembros del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (CESFRON) escoltando camiones hasta cruzar la frontera. Luego se nos dijo que había una semi-procesadora de esta madera en el pueblo de Cabral, en la provincia Barahona.
Particularmente yo nunca vi esa semi-procesadora. Indagué al respecto con varios técnicos de la referida Secretaría de Medio Ambiente, pero nadie sabía nada. Luego se dijo que se había concedido una licencia para extraer “Guaconejo seco”.
En varias ocasiones, a propósito de conferencias que impartí en el Ministerio, o en el marco de reuniones y talleres sobre ambiente, diversidad biológica, plantas útiles, etcétera, advertí a ciertas autoridades ambientales, incluido un Viceministro en dos ocasiones, lo improcedente y lo peligroso de esa actividad.
¿De dónde viene la peligrosidad de esto si, como se dice y se repite, “los recursos naturales son para usarlos”? Bueno, he dicho, repetido y recalco ahora con mayor énfasis, que no es cierto que en el bosque haya troncos secos de esta especie-o de estas especies de Guaconejo-como para extraer grandes cantidades. Resulta que si bien es cierto que una de estas especies era relativamente abundante en los bosques secos y semi-secos, no es menos cierto que ha sido muy impactada por el corte y por el fuego, reduciéndose sus poblaciones drásticamente.
Además, el hecho de ser resinosa, o sea, que tiene “cuaba”, como la tiene el pino o pechipén, esta madera es muy buscada por los habitantes de la zona rural que usan fogones de leña, para hacer fuego. Hemos visto cómo ayudantes de campo de los botánicos se llevan un pedazo de esta madera a largas distancias desde el bosque a sus hogares para tal fin. De tal manera, que el Guaconejo que se extrae no es hallado seco, sino que, salvo excepciones en lugares bien apartados de los asientos humanos, se corta verde y en unos días aparenta estar “seco”. Además, he señalado que cuando hay especies del mismo género muy parecidas, aunque una de ella pueda ser abundante, hay que tener cuidado con eso, pues una persona que no es especialista no puede distinguir entre una y otra. Por ello es que la Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies en Peligro de la Fauna y la Flora Silvestres (CITES) en algunos casos coloca familias enteras en las listas rojas o de control. Y, peor aún, cuando se trata de un negocio, donde sólo importa los beneficios económicos y donde no hay ninguna supervisión. Entonces, ello conlleva la explotación de cualquiera de las especies del género o de la familia, sin importar que algunas de ellas estén amenazadas.
En el caso que refiero, se entiende que el permiso extendido por las autoridades ambientales fue para extraer Guaconejo de la especie Amyris elemifera, que es la más abundante de las que existen aquí. Pero resulta que en la Isla Española o de Santo Domingo crecen 10 especies del género Amyris. Dos de ellas se hallan solamente en Haití. Tres son exclusivas del territorio dominicano.
Es decir, que esos cinco taxa no crecen de manera natural en ninguna otra parte del Mundo. Las restantes cinco especies son compartidas por ambos territorios. De las tres que sólo crecen en la parte dominicana hay una exclusiva de Los Haitises y la península de Samaná; una está restringida al procurrente de Barahona y la isla Beata, mientras la restante sólo crece entre Barahona y Pedernales, que es justamente donde se realiza la mayor explotación de esta madera.
En los lotes de Guaconejo “seco” hemos identificado varias especies, y no sólo Amyris elemifera. Incluso, hay una especie endémica, de otro género de las Rutáceas, que también es cortada como “Guaconejo”. Tres especies de Amyris, incluyendo A. elemifera, se encuentran en la Lista Roja de las Plantas Amenazadas en la República Dominicana, publicada por el propio Ministerio del Ambiente en el 2011.
La especie sobre la cual se ha extendido y mantenido un permiso de extracción del medio silvestre para su exportación se encuentra en la categoría de Vulnerable (VU), según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Las restantes dos especies amenazadas se encuentran en la categoría de En Peligro (EN/ EP). La especie de otro género se encuentra bajo la categoría de Vulnerable.
Recientemente hablamos con algunas de las personas que cortan, apilan y transportan Guaconejo en la zona de Higüero, camino hacia El Tunal y el Hoyo del Pelempito. Nos decían que la madera es transportada hacia la ciudad de Azua. No sé si habrá allí una “semi-procesadora” o se embarcará por esa zona. Nos dicen que “hay dos clases de Guaconejo: el colorao y el amarillo”.
A este último le llaman “Guaconejillo”. Dicen que el primero es el mejor, pero que se usa cualquiera. Lo que ellos llaman “Guaconejillo” y también “Guaconejo hembra” es cualquiera de las referidas especies endémicas de distribución restringida. De tal manera, que se está extrayendo no sólo especies amenazadas, sino algunas endémicas exclusivas. Y ese es el peligro. Debido a esa extracción irracional de forma extensiva e intensiva, los botánicos estamos contemplando elevar la categoría de amenaza del Guaconejo, Amyris elemifera, a la categoría de En Peligro (EP).
En este lugar de Higüero, donde también se almacena miles de traviesas o durmientes para las vías férreas y de postes para empalizadas, se deposita toneladas de Guaconejo, que luego es transportado en contenedores (furgones). Es un lucrativo negocio. Solamente de este lugar salen semanalmente varias toneladas de esta madera.
Si bien es cierto que los recursos naturales pueden ser usados, debe hacerse atendiendo a una serie de condiciones, y no de forma irracional e indiscriminada. Es necesario entender que en una isla pequeña, y particularmente en el territorio dominicano, con menos de 49 mil kilómetros cuadrados y con ambientes o ecosistemas sensibles, LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA SILVESTRE NO RESISTE EL COMERCIO. Estoy totalmente de acuerdo en que se pueda usar los recursos naturales, particularmente las plantas útiles. Pero deben ser cultivadas, no extraídas del medio silvestre.
Estoy de acuerdo con la domesticación y cultivo de muchas de nuestras especies para diferentes fines. Pero lo que el Ministerio debe hacer es proporcionar material de siembra (semillas o material vegetativo) de cualquier especie autóctona que se quiera cultivar para su explotación. Actualmente el Ministerio del Ambiente, así como el Jardín Botánico Nacional, están creando y desarrollando sendos bancos de semillas, los cuales habrán de estar en condiciones de suplir dicho material y de entrenar e instruir a las comunidades o los interesados sobre la recolección y el manejo de ese material y de los recursos forestales no maderables.
La explotación del Guaconejo extraído del medio silvestre debe detenerse ya. De no hacerlo, esta planta, o estas plantas, se llevará (n) a la extinción.