Lo que debe quedar como experiencia para ANJE es que un debate debe responder a un esquema en el que estén presentes todos los intervinientes como candidatos presidenciales en un proceso electoral.
En política se hace lo que es obligatorio o lo que conviene, y en ese contexto un debate presidencial en el país no es un acto al que haya que asistir por que sí. En consecuencia, el candidato que entiende que no le conviene debatir, no acude para no exponerse a riesgo innecesario.
Tampoco es obligatorio organizarlo si en el mismo de ante manos se sabe que no participará uno de los actores principales. De ahí que el debate del lunes en la noche era innecesario porque se sabía que no asistiría el actor principal, el presidente de la República y candidato presidencial Danilo Medina.
Los aspirantes presidenciales que acudieron a la cita (Luis Abinader, Guillermo Moreno, Hatuey De Camps, Minou Tavárez Mirabal, Wlias Wessin Chávez, Pelegrín Castillo y Soraya Aquino) probablemente lo hicieron por cortesía al anfitrión, en este caso a la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), porque estuvieran convencidos de su utilidad si no estaba Medina. El veterano político Hatuey De Camps, uno de los intervinientes lo planteó de entrada. Dijo que aquello no era una debate porque no estaba el gobernante y candidato.
Debió ser la ANJE la que debió entenderlo y no forzar el acto, pues la ausencia del principal candidato, sea por ser el presidente de la República o por estar encabezando las encuestas, le restarían impacto al mismo, tal y como ocurrió.
Lo que se apreció no fue un debate, sino una rutina de exposiciones en las que había más coincidencias de propósitos que diferencias. Además, las preguntas formuladas por Alicia Ortega y Roberto Cavada no estaban orientadas a generar una confrontación de criterios de los participantes, sino a que repitieran lo que ya han dicho durante la campaña electoral por distintos medios respecto a temas domésticos y que son propias de la retórica común.
Lo que debe quedar como experiencia para ANJE es que un debate debe responder a un esquema en el que estén presentes todos los intervinientes como candidatos presidenciales en un proceso electoral, y que a falta de uno, más si se trata como en este caso del presidente y candidato, forzarlo constituye un acto que poca utilidad.
El debate presidencial debe ser parte del esquema de la organización electoral dominicana, tutelado por la Junta Central Electoral (JCE). Siendo así, los aspirantes tendrían la obligación o el deber moral de acudir al mismo, y todo el que intente llegar a la presidencia de la República sabe que tiene que pasar por ese momento.
La población también debe ser educada o enterada de sobre los fines del debate, para que esté en capacidad de fijar posición sobre los temas debatidos entre los candidatos.
Mientras no sea así, participar o no en un debate será un asunto de conveniencia, lo cual es una decisión razonable desde el punto de vista político, pues no creo que haya candidato alguno que ponga en riesgo alguna ventaja solo por atender a la iniciativa de una persona o una institución, por buena intencionada que esta sea.
El presidente Medina, y candidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), actuó esta vez como lo hizo el doctor José Francisco Peña Gómez, Hipólito Mejía, Leonel Fernández, en sus momentos, de no acudir a un acto al que no estaban obligado a arriesgar sus ventajas.