“Un periódico independiente es aquel que tiene sus páginas en blanco”. Pepín Corripio.
En una sociedad cualquiera quien informa, también desinforma. Lo hace a partir de los intereses que representa. No hay ingenuidad, no hay independencia, en esa materia.
Los dueños de un medio, a través del director o del consejo de directores, trazan la línea editorial de la empresa; esto es, izquierda, derecha, centro, moderado, etc., atendiendo a sus vínculos con el poder político y económico.
Quienes dirigen un medio de comunicación tiene “la última palabra” antes de publicar cualquier nota informativa o columna de opinión. Más allá de lo que escriba un reportero, de lo que piense el “corrector de estilo”, el jefe de redacción o el sub director, el director tiene la última palabra. Es una especie de Dios noticioso que decide lo bueno y lo malo.
Como sola decir un viejo director de periódico dominicano, “la libertad de prensa está en la punta de mi lapicero”.
El director tiene la potestad de publicar una información o impedirlo; decide si va en primera página, en la tercera o en la última o si no se publica; si va a ocho columnas o a una; incluso selecciona las fotografías y los titulares de las notas. Cambia hasta “el pie de foto” cuando lo cree necesario.
No hay democracia interna en los medios de comunicación. La noticia es una mercancía. Alguien que ya no recuerdo definió una noticia como el espacio en blanco que deja la publicidad.
Un medio que no reporta beneficios económicos cierra sus operaciones y los periodistas se quedan sin empleo. Y el público sin informaciones. Aunque es bueno señalar que los beneficios de una empresa de comunicación se obtienen por distintas vías a través del Estado o de los gobiernos que precisan de apoyo político.
Los medios de comunicación juegan el papel que le asignan sus dueños. Quien informa dirige la sociedad. Los valores éticos y morales de nuestra sociedad se transmiten y se reproducen cotidianamente a través de los medios incluyendo las novedosas “redes sociales”. No estoy diciendo nada que no sepan los periodistas.
Esa es la razón por la cual muchos empresarios han comprado medios. Pero es también la razón por la cual dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana han adquirido periódicos, impresos y digitales, canales de televisión, emisoras de radio. Ya tienen la mayoría de los medios del país, ya sea como socios o a través de testaferros.
Para complementar y ampliar su poder político y social han creado una nueva “clase de periodistas y comunicadores” que he llamado “bocinas” desde 1996 cuando llegaron al gobierno.
En esos especímenes de la comunicación tenemos bocinas, megáfonos, velloneras y hasta succionadores de calcetines (Chupa medias), en los cuales el gobierno invierte miles de millones de pesos del pueblo dominicano no solo en publicidad, sino en contratas, cargos diversos, consulados, embajadas, etc.
Ellos, al unísono, crean corrientes de opinión pública a favor o en contra, dependiendo de la “línea que le tracen”, defienden lo indefendible, protegen ladrones y corruptos. No informan, desinforman maliciosamente. (¡Para eso les pagan!) Son mercenarios de la comunicación. (¡Los sicarios de la prensa!)
El 15 de mayo las bocinas saldrán como hienas a defender lo indefendible, porque como dijera uno del Comité Político: “No podemos perder las elecciones porque hasta yo caeré preso”. (Te rogamos señor, como dicen los cristianos)