Constituye un abuso sin paragón, en perjuicio de la institucionalidad democrática, la actitud de determinados partidos de la oposición, que son parte integrante del denominado sistema de partidos políticos, el venir ahora con que no tienen confianza en la Junta Central Electoral, ni en la ingeniería electoral que la misma ha organizado para el conteo de los votos que serán emitidos por la ciudadanía votante el venidero 15 de mayo del cursante año, eso es infantil.
Esos mismos partidos y sus representantes de la sociedad civil, son los que impidieron que se aprobase la ley sobre partidos políticos que determinara la regla a seguir en materia de comportamiento electoral y las reglas concernientes a participación y conteo electoral. Estamos en lo de siempre aprobando y estando de acuerdo con lo que nos favorece y aborreciéndolo cuando nos perjudica. Esa antidemocrática conducta es lo que nos impide ganar edad en materia democrática.
Es un secreto a voces el que nuestra institución electoral, nunca ha estado en capacidad de dar unos resultados veraces en tiempo oportuno, ahora que se ha realizado una inversión especial para dar resultados la misma noche del conteo, empleando medios electrónicos de última generación, la oposición plantea que se vuelva al conteo manual.
Obvio, se pretende desacreditar a la JCE, como si esta fuera la encargada de velar por los intereses de determinados partidos. El compromiso de la JCE es con la nación, no con determinadas agrupaciones políticas, si ellos ven venir una derrota electoral, la culpa no es de la junta, y desacreditando el proceso tampoco van a obtener cambiar la tendencia de los y las electores.
Es convenciendo sobre la necesidad de un voto castigo contra lo que entiendan negativo de la actual gestión, que pueden obtener resultados, pero jamás lo obtendrán hundiendo a la JCE porque eso es suicida y no democrático. Bajo el Estado Social, las chicanas carecen de sentido, pues usted dispone de herramientas institucionales con las que puede defender sus derechos sin desacreditar. Mejor dicho, teniendo un escenario para imputar y alegar.
El voto, ya lo dijo Rousseau, es la fracción de soberanía de que es depositario cada ciudadano, no puede ser sometido al chantaje de intereses particulares sin dañar el interés general de la nación. El país cuenta con tribunales competentes donde dirimir diferendos sin necesidad de recurrir a la descalificación, o pretender que le hagan el trabajo político, si se sienten derrotados que afronten la decisión del pueblo con gallardía, insumos para hacer oposición es lo que más hay en una pequeña nación tercer mundista del paradisiaco Caribe que disfrutarán los observadores internacionales que nos visiten con ocasión de nuestro certamen presidencial, congresual y municipal.
Lo que la oposición debería plantear es la irracionalidad de tres votaciones en una, cuando la verdad es que son cinco, pues está la diputación de ultramar, la parlamentaria internacional y el diputado nacional, junto a elecciones presidenciales, congresuales y municipales generales. Esos votos pudieron ser mejorados y contados sin arrastres pero si ya se decidió que se haría un combo electoral para un votante cuya educación elemental es deficiente y cuya educación política está sesgada por los intereses particulares de cada parcela política, no podemos venir ahora culpando al árbitro. En la guerra como en la paz, se escogen las armas a ser empleadas, pero una vez determinadas estas, no se puede venir con sermones, ni con responsabilidad hacia terceros.
Por qué mejor no referirse al problema de la paridad de género en las elecciones, o los espacios publicitarios en radio, televisión y diarios, como en vallas y cruza calles. De esto ninguno desea hablar pues estando dentro de sus potestades, han cumplido a regana dientes, mal que bien. Pero incapaces de hacer un mea culpa. Lo de mayo será crónica de una derrota anunciada por deficiencia de la oposición. No han sido capaces de presentar una alternativa razonable a la nación.
Cómo puede una oposición fragmentada en los tres tramos electorales pretender desplazar a quienes detentan el poder de forma inteligente. En muchas provincias la división de la oposición equivale a victoria segura del oficialismo y de ello ninguna culpa tiene la JCE.
Pretender poner en manos extranjeras su suerte es otro desatino, ahora andan de embajada en embajada, buscando supuesto apoyo contra el fraude montado. Esa acusación es aviesa, pues bien que saben que la composición de la junta es variopinto y que están allí representados hasta los mancos. Es falso que dicha junta sea un comité de base del sector gobernante del partido de gobierno. Allí están desde la sociedad civil hasta los más rabiosos partidos de oposición. En lo que no han caído en cuenta, es en el hecho de que el puedo entiende que está bien con el PLD y que puede seguir mejor. DLH/25/4/2016