Las naciones en desarrollo insisten en que son ellas las más golpeadas por el cambio climático, un problema que no crearon.
Por Waldo Mendiluza (*)
Naciones Unidas (PL) El Acuerdo de París quedó abierto el 22 de abril a la firma de los 197 Estados partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, documento que países del Sur consideran insuficiente para encarar el problema.
En una ceremonia rodeada de simbolismos, la sede de la ONU fue testigo de la suscripción de la iniciativa por 175 gobiernos, de ellos unos 60 representados al máximo nivel, y de las críticas al instrumento adoptado en diciembre de 2015 en París, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer frente a las amenazas del cambio climático, como la elevación de las temperaturas.
La cifra de firmantes constituyó un récord para la primera jornada de adhesiones a un convenio internacional, dejando atrás las 119 de 1982, cuando comenzó en Montego Bay, Jamaica, la incorporación a la Convención sobre el Derecho del Mar.
Mandatarios de los cinco continentes coincidieron en destacar el apoyo mundial al acuerdo de la capital francesa, que entrará en vigor 30 días después de que lo ratifiquen 55 Estados, responsables a su vez del 55 por ciento de las emisiones globales de contaminantes.
Sin embargo, desde el Sur abundaron durante la ceremonia los señalamientos al texto y los reclamos de voluntad política por parte de los países industrializados, bajo el pleno apego al principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas.
Lass naciones en desarrollo insisten en que son ellas las más golpeadas por el cambio climático, un problema que no crearon.
Sequías, inundaciones, huracanes y otros eventos extremos ratifican los peligros, sin olvidar que el nivel del mar aumentó 20 centímetros entre 1901 y 2010, mientras el 2015 fue el más cálido para la Tierra registrado en los últimos 136 años, con 0.9 grados centígrados por encima de la temperatura media en el siglo XX.
Ante tan complejo escenario, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, convocó a la comunidad internacional a asumir que la era del consumismo sin consecuencias llegó a su fin.
"La ventana para mantener el incremento de las temperaturas por debajo de los dos grados centígrados, por no decir la de 1,5, se está cerrando de una manera rápida", sentenció.
UN LARGO CAMINO A RECORRER
Pese a su relevancia, el Acuerdo Climático de París está aún muy lejos de constituir la solución de cara a un fenómeno que amenaza la supervivencia de la especie humana.
Según diversas intervenciones, al menos dos elementos invitan a la cautela, el hecho de que el éxito del instrumento mundial pase por el cumplimiento del Norte de sus compromisos y la necesidad de llenar sus vacíos.
La ministra cubana de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Elba Rosa Pérez, demandó compromisos más ambiciosos a la hora de recortar las emisiones de contaminantes, que los anunciados en París.
Al respecto, alertó que las contribuciones presentadas por los gobiernos en la capital francesa no son suficientes para mantener el incremento de las temperaturas por debajo de los dos grados centígrados, y menos aún para limitar ese aumento a 1,5, meta vital para los pequeños Estados insulares en desarrollo.
"Para los países en desarrollo estas reducciones dependerán de los medios de implementación, específicamente el financiamiento y la transferencia de tecnologías, cuyo nivel de completamiento en el acuerdo quedó por debajo de las expectativas y necesidades", agregó.
Pérez también subrayó las limitaciones del documento en el tema de la atención a las pérdidas y los daños causados por el cambio climático, particularmente severos en las naciones del Sur.
Esperamos que los aportes de los industrializados al Fondo Verde para el Clima contribuyan a una efectiva implementación del acuerdo, de manera que podamos definir una hoja de ruta transparente, justa y equilibrada para el apoyo financiero a los países en desarrollo, dijo.
La ministra cubana insistió en que el impacto del cambio climático también está presente en otros riesgos identificados, como la crisis del agua, las migraciones, los grandes desastres naturales y la seguridad alimentaria.
"Si esta situación no se logra revertir: ¿qué pasará con las ciudades costeras en todo el mundo y las pequeñas islas en las que no solo las principales ciudades quedarán sumergidas?. ¿Qué sucederá con la producción de alimentos, en particular para las más de 800 millones de personas que sufren hambre crónica?", preguntó.
Por su parte, naciones del Caribe y del Pacífico enfatizaron la urgencia de respetar las responsabilidades comunes pero diferenciadas, en aras de garantizar la materialización inclusiva del acuerdo, sobre todo en cuestiones como la resiliencia, la adaptación y la mitigación.
El primer ministro de Barbados, Freundel Stuart, señaló que las islas sufren el peso del impacto del cambio climático, y por tanto consideran que no hay tiempo que perder en la implementación de lo acordado en París.
"Hoy sobrevivimos en el Caribe, pero si nos dejan solos pereceremos", expuso en alusión al peligro de la elevación del nivel del mar.
En el Caribe enfrentamos una amenaza existencial, expresó a su turno en el podio el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, quien lamentó que el Acuerdo Climático no sea vinculante, tanto en los compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, para mantener el aumento de las temperaturas en no más de 1,5 grados centígrados, como en la ayuda de los ricos.
También el primer ministro beliceño, Dean Barrow, reclamó apoyo para los países insulares en la lucha contra el cambio climático, un fenómeno derivado de la Revolución Industrial, "de la que hemos recibido sus daños y no sus beneficios".
Desde hace unos años hemos dicho que nuestros pueblos están en peligro de desaparecer, el acuerdo de París es un paso importante, pero resta mucho por hacer, apostilló.
El mismo llamado se escuchó desde el Pacífico una y otra vez durante la ceremonia de firma del instrumento internacional.
Fiji, en voz de su primer ministro, Josaia Voreqe Bainimarama, pidió respaldo para lidiar con el calentamiento global, la elevación del nivel del mar y el incremento de los eventos extremos.
En ese sentido, recordó el devastador ciclón tropical Winston, que en febrero dejó en Fiji más de 40 muertos y 44 mil casas dañadas y destruidas, además de pérdidas económicas valoradas en mil millones de dólares.
"París es un paso importante, aunque insuficiente. Seguimos alarmados porque los científicos nos aseguran que manteniendo el aumento de las temperaturas en dos grados centígrados no nos salvará", afirmó.
Solo 15 naciones, en su inmensa mayoría pequeños Estados insulares en desarrollo, suscribieron y depositaron el documento de ratificación el propio 22 de abril, entre ellas Barbados, Belice, Fiji, Islas Marshall, Palau, Santa Lucía y Tuvalu.
Quedan claras las preocupaciones de los países más vulnerables ante el cambio climático, por las deficiencias del instrumento aprobado en París y el riesgo de que el Norte una vez más ignore sus compromisos con el Sur.
alb/wmr
(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Naciones Unidas