El neoliberalismo es concebido como la ideología dominante en la actualidad, es un modelo que ha tenido la virtud de mantener con vida al capitalismo financiero, el cual, en su etapa agonizante, (que es como califican no pocos la época actual), todo ha sido convertido de mercancía: estos es, las cosas que antes estaban fuera del comercio ahora han pasado a formar parte del mundo de los negocios.
Así, las elecciones no son ya un proceso democrático de cambio de autoridades, ahora constituyen una actividad económica que permite hacer más negocios y maximizar las ganancias del capital. Así, lo importante no es garantizar ciertas propuestas electorales de parte de los candidatos con miras a que los electores determinen cual dentro del abanico de candidaturas, se corresponde a sus necesidades, anhelos y deseos de cambio y de prosperidad.
Lo importante es cuanto generará un proceso electoral a las empresas publicitarias, cuanto a los medios de comunicación: internet, televisión, cables, radios, periódicos, revistas, etc., cuanto generará por impresión de boletas, cuantos por escáner, computadoras, faxes, teléfonos, etc.
Todo con el objeto de acumular más y más capitales. Por eso se habla ya de que las elecciones constituyen un eficiente dinamizador de la economía de la nación que la propicia.
De moco que lo que sirve para determinar si las elecciones son democráticas, es la determinación de cómo se distribuyen los recursos, está claro que de mayor a menor, es decir: los grandes partidos obtienen mayores recursos de parte del Estado y los minoritarios menos, pero unos y otros terminan en manos capitalistas. Es un axioma que mantiene la hegemonía de los hegemónicos y perpetúa a los dominados en su condición, pues bajo dicho mercado, llegar a grande implica asumir con madurez los intereses creados, es decir la condición de mercado del proceso electoral, pues, al tiempo que ganan dinero, dicho mecanismo sirve al capital para mantener el control social y político de los grupos en lucha por el poder, a los fines de que sirvan de filtro al sistema. Es un mecanismo práctico que alimenta esperanzas y genera ingresos cuantiosos a los productores de gorras, pantalones, camisas, t ser, etc., a los comerciantes, pero sobre todo, a los que venden pinturas.
Como podrá notarse, el objeto primario de las elecciones ha sido distorsionado por el neoliberalismo. Esta misma ideología desacreditó tanto a las ideologías anteriores que las hizo desaparecer, lo que le permite ahora hacer uso y abuso de ellas en provecho propio.
Los grupos y clases dominadas obtienen así una participación en tanto tales, es esto lo que caracteriza al sistema democrático de la actualidad: su capacidad para integrar en calidad de socios menores a todos los participantes. Esta democracia mercantil y mercantilista vende la ilusión de que con cada proceso, se venden nuevas esperanzas, pero estas nuevas esperanzas solo son posibles mientras no afecten al capital financiero y demás grupos dominantes. Desde el momento en que el sistema político produce o intente producir cambios en la estructura social, el modelo se va al piso hasta conseguir desacreditar y sacar de competencia al intruso que los amenazó como clase dominante. Esta situación es la que ha dado lugar a que se afirme que las elecciones constituyen un matadero electoral, en el sentido de que no habrá cambios reales a partir de ellas, pues el que se produjere será impugnado por los magnates del poder. Los santos que están fuera de cámara pero que lo controlan todo desde sus despachos privados.
Es la gente con plata suficiente para realizar sobornos o dar participación, pues aburguesarse está permitido, lo que no se permite es una radicalización que se aparte del modelo. Esta situación pone a los partidos de izquierda en constante tensión, pues si pierden son objeto de escarnio porque no ganan, pero si ganan entonces son obligados a moldearse con el sistema neoliberal o sucumbir. No se requiere de muchos esfuerzos para conseguirlo pues la discrecionalidad del capital junto a una vida llena de fasto, permite a unos de izquierda soñar con ser de derecha con solo dar aquiescencia a los pedidos del capital. Mientras tanto, las reivindicaciones de las clases subalternas, deberán esperar mejor momento.
Esto ocurre porque en la actualidad, el sujeto de hoy es un empresario de sí mismo que se explota a sí mismo. El sujeto explotador de sí mismo se instala en un campo de trabajo en el que es al mismo tiempo víctima y verdugo. Esto es así porque el neoliberalismo presupone las emociones como recursos para incrementar la productividad y el rendimiento. O, lo que es lo mismo, las elecciones son hoy, un espectáculo del mercado, pues hemos pasado del biopoder al psicopoder, esto es a explotar el me gusta como diversión. Por tanto, la oposición política no es tal, es solo una parte del show que no puede ni debe sustituir al poder porque ya recibió su parte de león. DLH-30-4-2016