"Espero que te encuentres bien. Recuerda que te queremos. Debes mantenerte optimista. Debes mantener la fe. Sigue mejorando, amigo, y voy a pegar un jonrón a tu nombre. Recuérdalo. Para ti". Poco después de enviarle ese mensaje a Maverick Shcutte, niño de Wyoming de cinco años de edad, postrado por un mal cardíaco congénito, David Ortíz le acechó un lanzamiento a Dellin Betances, lanzador de los Yanquis…y le regaló a Maverick el momento más feliz de su vida. (Dígase en las crónicas del futuro que, así, el Big Papi conquistó el corazón de toda la humanidad, algo más importante que el Salón de la Fama de Cooperstown).